Nota publicada online

miércoles 7 de octubre, 2015
Colectivo de artistas de Nueva Dehli en Fundación Proa
Es posible porque es posible
por Pilar Altilio
Colectivo de artistas de Nueva Dehli en Fundación Proa

Una serie de instalaciones que permite la reflexión sobre preguntas frecuentes e infrecuentes que abren una perspectiva de análisis sobre lo contemporáneo y el rol de los artistas

En la trama de esta muestra, tanto como en la palabra de sus curadores, Ferran Barenblit y Cuauhtémoc Medina, como en la de sus artistas, Jeebesh Bagchi (1966), Monica Narula (1969) y Shuddhabrata Sengupta (1968), Raqs Media Collective nos incita a debatir sobre cuestiones por las que todos estamos atravesados.

El concepto de la organización del tiempo en nuestras vidas, entramadas dentro del capitalismo extendido y su relación con la eficacia del uso del mismo -siendo nosotros finitos-, deja de lado la relación con lo emocional, con los sentimientos para dar lugar a algo que los tres artistas experimentan desde 1992 viviendo en una ciudad que ha crecido a un ritmo exuberante. Nueva Dehli ha transformando su cultura milenaria en un pack de nociones deterministas acerca de la necesaria adaptación a este nuevo modo de crecimiento y frente a esto no quedarse en la queja sino intentar acercarse al análisis de “la intensidad que habita en la batalla que ocurre entre los sistemas sociales, nuestros deseos y cuerpos, la historia, los otros seres sobre la tierra, las palabras y las imágenes.”

El título de la muestra logra instituir un llamado claro a pasar de la potencia al acto, desde una afirmación en la que está contenida la idea de que aquello sobre lo que trabajamos puede llegar a ocurrir y -también- ya está ocurriendo desde el mismo momento de ser enunciado.

De una sala a la otra en la Fundación Proa, nos podemos situar en un modo de detenerse sobre cuestiones que imperan en la vida cotidiana y que pueden ser interpeladas mediante el plan de preguntas frecuentes. A estas necesariamente debemos oponerles las otras, las raramente frecuentes que funcionan como refutación y desordenan la función determinista y pasiva del sujeto frente a su realidad. La pregunta, dispuesta a rasgar el sentido plano de una afirmación cosmopolita que incita a cumplir trabajo y ocio sin activar mecanismos de resistencia, deja en los espectadores la posibilidad de ampliar lecturas sobre lo contemporáneo y lo cosmopolita.

Uno de los textos de RAQs describe claramente la función del artista:

El lenguaje privado del artista nunca será el mismo que aquel con el que la obra será “leída” por su espectador. En este sentido, el artista es como quien escribe una carta a un amante que no sabe que tiene, en un idioma que nadie entiende, sin garantía alguna de que la carta llegará a su destinatario o será abierta y leída, si acaso llegase.

Con ello intentan centrase en la idea de que el público necesariamente debe intentar atravesar las obras como si se tratara de enfrentar una primera lluvia de temporada, empaparse, poner el cuerpo en la zona fuera de confort y abrirse a las sensaciones que estas cosas producen. Por esto muchas de sus obras apelan a artefactos comunes de lo cosmopolita: símbolos, señales, banderas y demás suspicacias alegóricas destinadas a des-representar lo ya asimilado.

Podemos ver la alegoría del tiempo en la instalaciónAquí, en otro lugar (rueda de escape)donde la estructura numérica del reloj, universalmente aceptado como ordenador del mundo global, es trastocada por las palabras menos tenidas en cuenta: pesar, pánico, miedo, nostalgia, culpa, apatía, sentimientos y estados anímicos que afectan nuestra vida sin ser tenidos en cuenta por el modelo productivo desplegado en el mundo en crecimiento.

Luego está un interesante concepto acerca del otro, explorado en la instalaciónPregúntale al de al lado, con frases tomadas delElogio de la locurade Erasmo de Rotterdam traducidas al coreano, señalan una de las afirmaciones fuertes del grupo cuando sostienen:

La insistencia en la legibilidad produce su propia sombra: lo ilegible. Entre la mentira descarada y la verdad desnuda se encuentra la zona de ilegibilidad, el único dominio en el que el acto de interpretación conserva una cierta significación ontológica y epistémica. Nos leemos unos a otros en busca de señales, no porque seamos opacos, ni necesariamente porque deseemos la opacidad, sino porque nuestros deseos, temores y experiencias aún requieren del aliento vivificador de la traducción. 

La otra gran idea tiene que ver con la definición de cosmopolita, abordada por Medina:

Una probable adición a la idea de lo “cosmopolita” (la ciudadanía por encima de la polis y la capacidad de pensar desde el lugar del otro) consistiría en aprender a situarnos también respecto al legado de quienes nos antecedieron, en relación con las otras especies de la materia viva y en la perspectiva de quienes no están entre nosotros todavía.

Y en palabras de los propios artistas, un tema clave bien definido también: “La contemporaneidad —la sensación de estar juntos en un tiempo— es un antiguo enigma de un sentimiento. Es el tirón que sentimos cuando nuestro tiempo tira de nosotros. Pero a veces uno tiene la sensación de una contemporaneidad paradójicamente asíncrona —el extraño tirón que proviene de más de una hora y lugar.”

Tiempo, cosmopolita y contemporáneo hacen de esta muestra un intento claro de abrir el interrogatorio de lo político y lo histórico en un plano trans-generacional, erudito y verdaderamente intercultural.

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