Nota publicada online

miércoles 23 de julio, 2025
Belén Romero Gunset y Claude Cahun
El estadio del espejo en el MACBA
por alejandro Zuy
Belén Romero Gunset y Claude Cahun

El Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, en el espacio expositivo MACBA Kabinet, presenta una serie fotoperformática de Belén Romero Gunset: Bésame, estoy entrenando. Ensayos en el espejo de Claude Cahun que explora el potencial de representación de la cultura lésbica cuyo punto de partida ha sido el material sobreviviente del archivo de la fotógrafa surrealista Claude Cahun. La exposición ha contado con la asistencia curatorial de Sofi Finkel y texto a cargo de Ana Vogelfang.

A quien haya tenido la oportunidad de conocer las fotografías de Claude Cahun, casi con seguridad, la experiencia no le habrá resultado indiferente. Se trata de autorretratos donde se pueden observar perturbadores perfiles rapados, rostros reflejados con cejas ausentes, inquisitivas miradas frontales y puestas en escena de estudio que se abren paso entre la ironía y unos textos que parecen contradecir las gestualidades. La carga de ambigüedad que presentan, produce un desacomodamiento tal, que el impulso por saber más acerca del artífice de esas imágenes se hace inevitable y de inmediato, lo que es posible encontrar en sus escasos datos biográficos, confirma y hasta amplifica el efecto de fascinación inicial.

Claude Cahun fue el pseudónimo de la fotógrafa y escritora nacida en Nantes en 1894 Lucy Renée Mathilde Schwob. El apellido lo adoptó de su tío abuelo León Cahun, un erudito de ascendencia judía, mientras que la elección del nombre resultó la cifra que le permitió jugar con la indeterminación sexual. Fue además sobrina de Marcel Schwob, el autor de Vidas imaginarias, libro que influiría a alguien igualmente seducido por los espejos como Jorge Luis Borges. En el Liceo de su ciudad natal se hizo amante de su hermanastra, Suzanne Malherbe -quien más tarde se haría llamar Marcel Moore- y juntas, en 1917, partieron hacia París, donde entre las décadas del 20 y del 30 publicaron dos libros y establecieron lazos con André Breton y otros miembros del movimiento surrealista.
De acuerdo con el escritor argentino Juan Forn, quien también cayó bajo el hechizo de sus imágenes, Claude Cahun, en realidad, fue una criatura bicéfala compuesta por una parte visible proporcionada por Lucy y otra complementaria dada por Suzanne, quien tomaba las fotos con una cámara Kodak de antes de la primer guerra mundial que no contaba con disparador a distancia. La serie de autorretratos, al parecer, siempre se realizaron en secreto y no fueron exhibidos en público, salvo de una manera muy discreta en algunos de sus libros.
La segunda guerra mundial las encontró radicadas en Jersey, una desamparada isla británica próxima a la costa francesa donde continuaron realizando fotografías y que fuera ocupada por los nazis entre 1940 y 1944. Allí fueron detenidas por participar en acciones de resistencia –una suerte de guerra de guerrillas protoperformática- que consistían en disfrazarse de pueblerinos para dejar unas pequeñas notas en los bolsillos o en los despachos de los invasores con una leyenda escrita a mano en alemán que decía: “Vamos a perder. El Soldado Sin Nombre”.
Como era de prever fueron condenadas a muerte. Los autorretratos fueron confiscados y las copias quemadas. Mientras permanecieron encarceladas ambas trataron de quitarse la vida en sus celdas. A posteriori, las ubicaron en camas lindantes y bajo custodia para poder fusilarlas en cuanto se recuperaran. Para fortuna de ellas el desembarco de los aliados en Normandía las salvó de la condena. Del día de la liberación de Jersey data una foto en la que Lucy se encuentra bajo el marco de la puerta de la vieja casa en que vivían con una insignia nazi entre sus dientes. Para suerte de nosotros algunos de los negativos se salvaron y se rescataron del olvido a comienzos de los 90. Lucy nunca pudo sobreponerse y murió en 1954. Suzanne, en cambio, continuó tomando fotos de los paisajes de la isla hasta concretar el suicidio en 1972.
Al decir de Walter Benjamin irrecuperable es, en efecto, aquella imagen del pasado que corre el riesgo de desaparecer con cada presente que no se reconozca mentado en ella. Belén Romero Gunset, (San Miguel de Tucumán, 1983) en el mismo sentido, se propuso como extensión de su anterior exposición Forma L (2024), -una serie de autorretratos inspirados en artistas lesbianas del siglo XX fotografiadas por artistas lesbianas- continuar indagando en las imágenes del pasado pero el material de archivo de Claude Cahun le exigió algo más. No podía ser sólo un núcleo más dentro de nueva muestra sino que su potencia exigia una entrega absoluta, un reconocimiento que permitiera a ese archivo invocarlo, redimirlo hacia el presente o como de manera más explícita indica Ana Vogelfang hacerlo arder.

Vista de sala

La exposición se propone como un ensayo. Es decir, como producto de un proceso de investigación y reflexión atravesado por una fuerte carga histórica y también subjetiva. En ella, la artista tucumana se vale del espejo como factor central. El espejo es, por una parte, una herramienta que permite ejercitar una identificación, un diálogo transtemporal, inscribirse dentro de una genealogía. Por otro lado, este elemento permite probar proyecciones, variaciones y recomposiciones. Romero Gunset no ha tratado aquí de establecer equivalencias literales ni de reducir el complejo de operaciones desplegado a una mera imitación. Ha procurado algo más sugestivo: habitar ese misterioso punto de encuentro entre generaciones, amplificar el eco de aquellas voces a las que se intentó acallar, advertir sutilmente actuales acechanzas y traslucir tenues pero reveladores rastros personales.
En cuanto a la adopción de una perspectiva performática, significa otra continuidad ya que esta ha formado siempre parte del programa artístico de la artista. Aquí adquiere la forma de fotoperformance y si bien esto significa que el cuerpo no se presenta en vivo frente al espectador sino mediado por imágenes cuyo proceso de selección y producción ha sido estudiado con anterioridad, la escala 1:1 elegida para que se manifieste, no sólo emula una experiencia constituyente especular, sino que a partir de ella la hace extensiva a quienes recorran cada una de las piezas que componen la serie. Si a ese reconocimiento se le agrega un nivel más exhaustivo de la mirada se podrán verificar en cada una de ellas sutiles modificaciones respecto a las originales; éstas remiten a gestos, miradas o afectaciones particulares que pueden alcanzar la categoría de síntoma.
Otra operación, en este caso, fundada en la postura ética de Romero Gunset, se halla en el título de la muestra. Si en el autorretrato donde Claude Cahun posa como gimnasta se puede leer en su pecho la leyenda I am training. Don´t kiss me aquí se ofrece una afirmación en el Bésame, estoy entrenando: un giro en el sentido que desea dar lugar a la alegría como experiencia de la potencia, como capacidad de afectarse y componerse.
Si el material que sobrevivió a la barbarie nazi se ha convertido en un archivo político palpitante que conserva intacta su disponibilidad subversiva, cabe pensar que en aquello materialmente perdido aún resta una fuerza espectral que parece demandar desafíos y motivar hipótesis. Esta exposición se sostiene entre ambos campos, como el propio azogue de un espejo: da lugar y consistencia significativa a lo existente y se sumerge en el fondo de los tiempos para ofrecer en el presente una gama de ensoñaciones posibles, de destinos alternativos de aquello que consumió el fuego.

Vista de sala Besame estoy entrenando

Hasta el 2 de noviembre de 2025
MACBA Av. San Juan 328 – CABA
Lunes a viernes de 12 a 19 hs
Sábados, domingos y feriados de 12 a 19 h
Martes cerrado






 

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