Norberto Gómez
Obras 1967-2008
01/09/2011 - 29/10/2011
FUNDACIÓN OSDE | Espacio de Arte
Arroyo 807. Esquina Esmeralda
Norberto Gómez

Curaduría: Ana María Battistozzi

Han pasado más de quince años desde que un conjunto de obras como las que integran esta exhibición se mostró por última vez al público. Renovar los vínculos de la obra de Norberto Gómez con el espectador de hoy es, de algún modo, el gran desafío que asume la selección de trabajos que aquí se presenta como articulación retrospectiva de su producción.

Se trata nada menos que de volver a poner en marcha la gran maquinaria de sentido que él construyó, atenta por igual a pulsiones propias y al problemático devenir de nuestro país durante los últimos cuarenta años, a partir de diversas búsquedas.

La obra de Norberto Gómez constituye, por sí misma, un capítulo esencial de esa categoría tan difícil de definir –por la amplitud de lo que incluye– que es la escultura argentina de la segunda mitad del siglo XX. El aporte de este artista abarca un amplio rango de formas y objetos que va de las rigurosas piezas en blanco y negro que produjo entre 1967 y 1968, en clara sintonía con la poética minimalista, a los caricaturescos personajes en yeso policromado que, hacia fines de los años 80, encaramó a frisos y cornisas como una corte grotesca ocupada en intrigas. Pero, además, están los héroes de falso bronce que redujo a nivel del piso, las armas de sospechosa apariencia medieval, los despojos humanos como Resistente, Crucifixión, La nave y La Parca, que dialogan con emblemáticos momentos de la historia del arte. Y también Parrilla I, obra clave de la serie de “entripados y vísceras”.

Considerada desde su aparición, en 1978, una alusión a la violencia que desató la dictadura militar, esta pieza –que remite a su vez a la tradición de El Matadero– puede ser leída como un cuadrado vulnerado. Parrilla I parece sugerir la imposibilidad de un arte moderno en una sociedad que no se desprende de formas arcaicas y relaciones políticas, sociales y económicas premodernas. Resulta elocuente el derrotero que asume en la obra de Gómez esta forma clave de la tradición pictórica del modernismo. Recuperada por el minimalismo y esencial a los procesos de reducción formal que acometió esa tendencia generadora de grillas, cubos y prismas rectangulares, es posible seguir en esta forma los cambios más significativos de las búsquedas de Norberto Gómez. Desde el pulcro despliegue serial que articuló relaciones progresivas de círculos recortados sobre superficies cuadradas en una pieza de 1967 –hoy desaparecida–, a la madera pintada de 1976, en la que un cuadrado se disuelve en su base de un metro por un metro, hasta arribar a Parrilla I, esa versión dramática de la forma que no es abandonada en ese punto sino más bien profundizada y reiterada por otros medios, por ejemplo, en los mecanismos de cada placa que integra Pórtico de 1985. Este itinerario que lleva a cabo a lo largo de veinte años avanza en la subversión formal de sus piezas de los años 60 hasta ponerlas en sintonía con el devenir de su entorno. Así, entre el drama y la parodia, la obra de Gómez transita modelada por el filo implacable de una mirada que se vale de la ironía como herramienta fundamental que mantiene activa aun en sus instancias más formales o dramáticas.

Ana María Battistozzi

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Arroyo 807. Esquina Esmeralda