GRACIELA SACCO & MARTA MINUJÍN
LA CAÍDA DE LAS UTOPÍAS EN LA BIENAL DE S. PAULO
29/09/2023 - 29/10/2023
ROLF ART | Productora de Arte
Esmeralda 1353
Graciela Sacco
Graciela Sacco

En el marco de la actual edición de la Bienal Internacional de San Pablo, Rolf Art se complace en anunciar la apertura de la exposición La caída de las utopías, ofreciendo una revisión histórica y un diálogo entre dos emblemáticos envíos argentinos a dicha bienal: Obelisco acostado (1978) de Marta Minujín -I Bienal Latinoamericana de San Pablo- e Interferencias (1996) de Graciela Sacco -XXIII Bienal Internacional de San Pablo-, respectivamente.
En 1978, Marta Minujín (b. 1943, Buenos Aires, Argentina) fue seleccionada para representar a la Argentina -entre otros artistas- en la I Bienal Latinoamericana de San Pablo con el proyecto Obelisco acostado. El envío consistió en una instalación a escala real del Obelisco de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tumbado (67 mts de largo, 7 mts de ancho declinando hacia la punta a 3.60 mts), haciéndolo recorrible y transitable por sus visitantes; con proyecciones y televisores en el extremo interior.
En 1996, Graciela Sacco (1956-2017, Rosario, Argentina) fue seleccionada para representar a la Argentina en la XXIII Bienal Internacional de San Pablo, con el proyecto Interferencia curado por Jorge Helft. El envío reunía dos cuerpos centrales en la producción de Sacco: su emblemática serie Bocanada (1993) y sus empalizadas con la obra El incendio y las vísperas de la serie Cuerpo Cuerpo (1996).
Dueñas de estéticas distintivas que hacen que sus trabajos nos remitan sin confusión a sus miradas, tanto Sacco como Minujín cruzan las fronteras de lo nacional para abrir al mundo un desvelamiento, un acto irreverente, rebelde, no carente de violencia en la pasión del grito mudo y en el derrumbe de los íconos.
Lic. María Carolina Baulo
La muestra, de entrada libre y gratuita, podrá visitarse de lunes a viernes de 11am a 7pm, con una permanencia hasta el día viernes 29.10.23

Texto Curarorial

LA CAÍDA DE LAS UTOPÍAS
Una boca y un obelisco. Dos imágenes que se transformaron en un emblema del arte argentino a través de los tiempos. Dos artistas, dos mujeres que crearon símbolos que, tal cual sucede con las grandes obras, se mantienen vigentes en el tiempo como registro de un espíritu de la época. Y -desafortunadamente para la humanidad- muchas veces se reactualizan haciendo eco en la actualidad, se muestran tristemente portadoras de una mirada y una voz cuya contemporaneidad es desgarradora porque no hacen más que señalar el ojo de la tormenta de la caída de los ideales humanos. Es así como la obra El Obelisco acostado de Marta Minujín –representante del envío argentino a la primera Bienal de San Pablo de 1978- y Bocanada de Graciela Sacco –envío argentino de 1996 participando de la misma Bienal- establecen un diálogo en el tiempo y se re significan al potenciar su mensaje en medio de una realidad mundial donde su denuncia se detiene en una imposibilidad de concretar ideales sociales elevados a un status utópico.
Dueñas de estéticas distintivas que hacen que sus trabajos nos remitan sin confusión a sus miradas, tanto Sacco como Minujín cruzan las fronteras de lo nacional para abrir al mundo un desvelamiento, un acto irreverente, rebelde, no carente de violencia en la pasión del grito mudo y en el derrumbe de los íconos. Un obelisco caído deja de ser el eje de un ciudad poderosa, deja de erguirse como símbolo triunfante, como conquista de un espacio que se eleva por sobre el resto; así ha sido históricamente desde los egipcios y cada réplica en destacadas ciudades del mundo a través de los siglos, ha sido una manera de emular esa grandiosidad dinástica. Un obelisco caído es un no, es un menos delante del número, es la antítesis del triunfo, es como la estatua del líder derrocado que se deja a la vista del pueblo para que no quepa duda de su fracaso, “la caída de los mitos universales”, como dijo Minujín oportunamente. Una boca que se abre y pide comida también grita injusticia, grita dolor, angustia, necesidad, crueldad, grita sin voz cuando tampoco eso tiene sin la dignidad de la posibilidad de ser alimentada. Una boca abierta y una cuchara vacía son, desgarradoramente, los mejores representantes de la caída de un proyecto de humanidad civilizada.
Esta muestra pretende articular, en el marco de la Bienal de San Pablo – una de las bienales de arte más antiguas y prestigiosas del mundo-, dos formas de abordar el arte de la mano de dos artistas que marcaron un antes y un después, que han sabido ver y denunciar con anticipación la caída de las utopías que habitan los imaginarios sociales. Las utopías son, por definición, inalcanzables. Las utopías se desplazan siempre que intentamos acercarnos, es su esencia. En esta muestra se pone el acento en la necesidad de repensar de manera urgente aquello que sostenemos como escenarios a conquistar frente a los escenarios posibles. Y es sobre estos últimos que podemos actuar para cambiar nuestra realidad, para pensar un mundo que podamos habitar aun en sus deficiencias. No es esta una mirada asfixiante, un callejón sin salida sino un espejo de los fracasos, de las devastadoras caídas de las utopías sostenidas en contextos fantásticos, inaprensibles, para reconstruir desde allí. Es esta una propuesta a pensar las utopías como motores y no como línea de llegada, la cual se sabe de antemano, que no existe. Parafraseando para cerrar a Eduardo Galeano, nos preguntamos entonces para qué sirven las utopías. Y la respuesta es: para caminar.
Lic. María Carolina Baulo

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