Eduardo Gil. El desorden de las apariencias
Artista Homenajeado en la 8va Bienal
07/08/2018 - 10/09/2018

Museo Timoteo Navarro

Tucumán

Eduardo Gil. El desorden de las apariencias

“Hay espejos engañosos desdibujando los contornos.

¿Mentira o verdad?”

Eduardo Gil, 1992

Seguir los rastros de una escritura, así como se persigue el punto de una media que se corre, nos sugiere Roland Barthes para abordar aquellas textualidades que, elusivas a la atribución de sentidos últimos y al encasillamiento, han de recorrerse y no de atravesarse, donde todo está por desenredar y nada por descifrar. Propuesta atinada para transitar la extensa obra fotográfica de Eduardo Gil, una constelación de imágenes que, en tanto diversas e inestables, se fundan en lo que podríamos llamarunapoética de la impermanencia, a la vez que van punteando de forma tan sigilosa como obstinada los nudos de sus recorridos posibles.

El desorden de las aparienciasinsinúa una acción y un gesto deliberado, apunta a jugar con lo que se tiene y barajarlo de otra manera y, al mismo tiempo, desestabiliza los lugares más fatigados por la práctica y la crítica fotográficas. El trabajo con el equívoco entre lo que se da a ver, se insinúa y   retacea es, quizás, la cifra constante que hilvana las series: desde(argentina), donde puede leerse un relato en superficie o bien seguir las formas que relampaguean y enlazan unas fotografías con otras como en un canon visual, pasando porPaisajes, que juega con la ambigüedad entre lo físico y lo geográfico a partir de las texturas de un conjunto de rostros, hastaAporías, donde las imágenes de edificaciones devastadas y detritus de la ciudad moderna esconden la perversidad de los proyectos neoliberales que las originaron. Se trata de seguir ese punto que se corre -desde los ensayos sociales de largo aliento, gestados hacia principios de los años 80, hasta los proyectos más contemporáneos de impronta conceptual que hacen foco en el medio fotográfico- para advertir los saltos y las continuidades. En todas esas fotografías el acercamiento al mundo sensible, a aquello que se torna esquivo por su propia naturaleza, se realiza a través de un registro minucioso de las marcas, señas y huellas que la historia natural y social ha dejado en vestigios personales, públicos y colectivos.         

Eduardo Gil ha transitado con audacia a lo largo de los años por distintas zonas, registros y entonaciones visuales. Como si esa pulsión de correrse de los lugares establecidos también acompañara un fuerte deseo de desembarazarse de todo aquello que se pueda asimilar a un estilo reconocible, a la impronta de  autor, con todo lo que éste tiene, como bien sabemos, de impostura y construcción, en definitiva, de apariencia.  

Paula Bertúa 2018