Carlos Gorriarena
Obras 1970-2006
10/03/2018 - 10/04/2018

Centro Municipal de Arte Avellaneda

Av. San Martín 797 – Avellaneda

(Apenas se baja del puente)

Carlos Gorriarena

La muestra, curada por Sylvia Vesco, reúne una veintena de obras que van de los años 70 hasta el 2006 y es una nueva oportunidad para acercarnos a la obra de este gran artista

El Riesgoso Camino de Gorriarena

por Raúl Santana (Poeta y crítico de arte)

Gorriarena siempre se reía de la vieja antinomia abstracción-figuración, que todavía tenía vigencia en nuestro medio en la década del ´50, momentos en los que comenzaba a hacerse pintor.

Él se situaba más allá, aclarando que toda pintura tiene que ver con formas abstractas que deben convivir en el cuadro, sea partiendo de un objeto elegido o no. Decía “el color se retroalimenta y  así van  naciendo las diferentes partes del cuadro cada una como consecuencia de la otra, lo que forma un organismo pictórico donde nada queda definitivamente adelante ni atrás, porque cuando algo queda atrás o adelante es porque está muerto y, si está muerto, está pudriendo el conjunto que lo rodea”. Para el artista, el cuadro debía ser una realidad viviente, a lo que habría que agregar que, más que reflejar las apariencias del mundo, se incluye en él como un objeto autónomo que interactúa con la realidad. Por otra parte, la idea que se desprende de la referencia “atrás, adelante”, es que el espacio es un perpetuo conflicto entre profundidad y planimetría.

El espacio para él no está definido a priori, es un resultado posterior al accionar del artista en cada cuadro, es lo dado por la materialidad de las figuras, los objetos y el vacío que las contornea.

Más que lugar donde campearan los encuentros serenos, es  lugar de conflictos, de ahí la violencia e intranquilidad que tantas veces expresan sus pinturas, que rechazan la idea del espacio como continuo y homogéneo.

En 1983 Gorriarena aclara: “…nosotros estamos insertos en un sistema; pero la pintura también es un sistema, con leyes particulares; creo que el conflicto es, realmente, lo que hace vivir una obra. No creo en la pureza del arte”.

En aquellos primeros años del retorno a la democracia, empieza a cambiar el objeto elegido; ahora Gorriarena dirige su poderoso foco a lugares voluptuosos, puntos de encuentro de excitación, frivolidad, vicio y abandono; pasarelas y vidrieras donde la farándula y otros submundos hacen su celebrada aparición mostrándose como en el mejor de los mundos.  Y si, en el período en el que el objeto elegido era histórico-político, se señalaba hasta qué punto estamos insertos en la violencia, en estas obras irónicas y sarcásticas, pareciera decirnos que, en los lugares de esparcimiento y voluptuosidad, en la televisiva frescura y espontaneidad de sus personajes, la violencia persiste como mueca decorativa

Pero si todavía en aquellos años persistían en sus imágenes la crítica y la agresión, paralelamente, comienzan a aparecer señales de otro sentimiento del mundo; tal como expresó el pintor en una conversación que mantuvo conmigo a comienzos de la década del ´90, publicada en la revistaCultura, “vos dijiste alguna vez que yo sigo siendo un cronista y lo creo. Pero ahora lo soy sin preocuparme de serlo [ríe]. Antes había una preocupación de documentar, de objetivar más mi relación con el contexto. Hoy, no tengo ese tipo de preocupación. De pronto es una actitud más madura. De lo que tengo conciencia es que cada vez me resulta más difícil elegir lo que voy a pintar. Pero esto tiene una causa muy concreta, el hecho de que haya pasado a segundo o tercer término la agresión, la crítica [ríe], a uno le resulta más difícil elegir algo para pintar. Si tuviera que ejemplificar diría que las fotos que hoy me interesan las hubiera desechado totalmente diez años atrás”.

Otro rasgo del nuevo imaginario, es que la predominancia del mundo urbano, constante en su pintura a lo largo de su camino comienza a alternar con inesperados encuentros con la naturaleza. El paisaje nunca será tema exclusivo, pero proporcionará un marco constante a los protagonistas de sus nuevas ficciones. No es casual la cantidad de escenas de playa del último tiempo. Y aunque en ellas persiste algo del clima frívolo de lasPasarelasde la década del ´80, por la luminosidad y el espacio, también expresan la dicha de vivir.

En el magnífico cuadro, enAlgún siempre amanece II, de 2006, que es un indudable autorretrato, retorna la estructura deRecuerdos del siglo XX, de 1994,pero ahora con un endemoniado juego de espacios virtuales. La obra representa un enorme espejo con marco en lo que pareciera ser un interior. En la parte izquierda, una figura enigmática mira al espectador y su nuca y espalda se reflejan en el espejo; hacia la derecha, ocupando la totalidad del plano el espejo refleja un exterior, undeckprácticamente sobre el agua, donde se ve una mujer de espaldas y en la reposera, la figura del pintor serena, mira el enorme espacio que se abre hasta el lejano e incandescente cielo del fondo. Sólo la figura de la izquierda está en el espacio virtual  del espejo. ¿Será un actual y transfigurado homenaje a Velázquez? Otro juego similar se puede apreciar en elPintor y su sombra, también del 2006. Hay un cuadro,El riesgoso camino hacia la nada, de 2006,  que para los amigos de Gorriarena fue recibido como una conmovedora despedida; una figura de espaldas serena y decidida está comenzando a entrar “en un bosque sombrío”, que me hizo pensar en aquel poema de Heidegger: ”Camino y báscula / sendero y fábula / se encuentran en un pasaje / anda y soporta / yerro y pregunta / a lo largo de tu único camino”.

¿Sabe un pintor que busca con su arte?. Supongo que hay pintores que así lo creen. Pero la pintura de Gorriarena siempre ha sido un riesgoso camino, aquello a lo que se refería el gran poeta expresionista alemán Gottfried Benn cuando afirmó: “el mundo de la expresión: ¡esa mediación entre la razón y la nada!”. Palabras que sintetizan admirablemente el camino del artista. Sólo habría que agregar que su obra  ha sido destilada insistentemente de las invisibles heridas, a veces cicatrizadas y otras no, que acompañaron la existencia de este gran pintor llamado Carlos Gorriarena.

 Fragmentos del libro: Escritos sobre arte argentino. Caterva Editorial, 2017. Pág. 93/98.