
Avakian entre Barracas y Brooklyn
Para Alejandro Avakian la pintura es una manera de conocimiento, de estar en el mundo, de medir y condensar la fuerza de la experiencia vital. Es ella la que le permite dar forma a la percepción de las cosas y de los individuos sin la mediación del concepto.
Avakian trabajó por un largo período con modelo vivo, dentro del género del desnudo femenino. Pero de manera inconsciente la abstracción fue ganando terreno sobre la figuración, estos se fueron diluyendo y dejaron paso a formas reflejan con más hondura la experiencia de la realidad. Desapareció así el cuerpo de la modelo y quedó en su lugar lafuerza expresiva que genera la relación humana con ella.
Este cambio se aceleró cuando Avakian trasladó su taller a una antigua fundición de acero en el barrio de Barracas. Entonces el espacio comenzó a desplegarse en telas cada vez más grandes hasta desbordar el caballete involucrando en su extensión el cuerpo entero. Luego de cuatro años de trabajo en Barracas y a raíz de un viaje a New York, Avakian recorre la zona de Dumbo, en Brooklyn y allí encuentra una familiaridad que no sintió en otros lugares del mundo.
“Brooklyn me lleno de energía, es muy cercano visualmente a Barracas… sus galpones, su historia”
A fines del 2010 instala en un pequeño taller y a principios del 2012 otro más amplio con vista al famoso y antiguo puente newyorkino.
El espacio es la condición de la experiencia, de la vida misma. Por eso para Avakian el espacio de la calle, del taller y de la tela son espacios diferentes pero a la vez el mismo.
El resultado de este encuentro que como un puente une ambos sitios, Barracas y Brooklyn, le ha permitido una liberación de las formas, cada vez más abiertas y sensibles, más brutales e impredecibles. Ubicados en los lindes de la ciudad, sus talleres, miran al centro desde la periferia. Allí nacen sus pinturas en el encuentro del gesto del pincel conel abierto espacio de las telas o en la receptiva tensión de sus papeles.
Adriana Laurenzi