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miércoles 23 de marzo, 2016
Diciervo y Romano
En un principio fue el dibujo
Diciervo y Romano

Al ingresar a la galería Rubbers un grupo de corredores nos salen al cruce. Se trata de una serie de pequeñas esculturas de Tulio Romano que exhalan perfume de cedro. Estas lúdicas figuras, no mayores a cuarenta centímetros de altura, fueron talladas en una sola pieza, a partir de un único tronco de este característico árbol.

“Carrera” es una serie de nueve obras realizadas en base a dibujos de 1989 y que quedaron archivados hasta que el artista los recuperó para esta muestra. Tulio recibió el tronco ya cortado en pequeños trozos y, a cada uno y, según su forma y la dirección veta, le asignó un corredor, lo talló y posteriormente lo coloreó con pigmento. Le llevó tres meses completar la obra que hoy habita este espacio. 

Desde muy temprano la obra de Jorge Diciervo encontró un carácter propio cuando decidió usar la lona de camiones –gruesa, corroída y percudida- como soporte para sus pinturas y collages. Un soporte que contrasta notablemente con el universo que representa: misteriosas formas geométricas que hacen honor a cierto equilibrio inestable. Paisajes surrealistas que remiten muchas veces a la obra del maestro Roberto Aizemberg.

Autodidacta y eximio dibujante, poco a poco su pintura adquirió volumen y, últimamente perdió toda referencia al entorno. Sin un horizonte que las sujete, las formas se vuelven etéreas y flotan en el espacio.

Diciervo expone con regularidad, desde los años setenta, en Argentina y el exterior. La muestra que presenta en Rubbers hasta el 14 de abril, se caracteriza por grandes formatos y una paleta vibrante.

Desde la pintura y la escultura, en ambos artistas, el dibujo es mejor aliado y el hilo conductor.

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