La Bienal de Cuenca es el encuentro de arte contemporáneo más importante del Ecuador, un paí­s que multiplica en sus ciudades las huellas de la colonización española con la de los pueblos originarios. Ahora, la edición IX de la Bienal concita a más de 50 artistas de 19 paí­ses del hemisferio, incluyendo los Estados Unidos. Desde Cuenca, todo aparece como si hubiera una discusión, un conflicto entre los directivos de la Bienal (en la esfera Municipal) y las autoridades municipales, difí­cil de comprender por los mismos artistas y curadores que contribuyen a enriquecer el evento, cuya propuesta artí­stica gira en torno a "Espacios-tiempos identitarios".
Como muestra basta un botón. Gracias a la generosidad de Mariano Molina, que hubo de pintar dos veces su imponente mural debido a que el primero fue tapado por el Municipio aduciendo que fue pintado sobre un muro de un edificio histórico, Cuenca se quedó con lo que aparece como un pedacito de Buenos Aires, en estrecha relación con la obra de Flavia da Rin, que desde su fotografí­a explora estados de ánimo e identidades en una ciudad doblemente artificial.
A pesar de las molestas desprolijidades del encuentro, fue posible apreciar los notables trabajos de Mateo López (Colombia), que recrea una absurda ciudad, y de Esteban Piedra (Costa Rica), que organiza detallados gráficos, dibujos, video y material orgánico, como instrucciones de uso para la convivencia en su propia casa en San José porque, tal como indica el artista, "el arte está relacionado con la vida".
Entre lo más destacado, Philippe Gruenberg (Perú) ofrece una obra alrededor de un astro del fútbol que se convierte en exitoso artista abstracto. Mientras que Lucí­a Madriz (Costa Rica) realiza un incitante trabajo con materiales orgánicos comentado lo polí­tico y social, los uruguayos Mario Sagradini y Gerardo Goldwasser realizaron sutiles y poéticas obras efí­meras. Otros nombres a recordar: Rachelle Mozman (Panamá), caraballo-farman (Estados Unidos), Gloria Bulla (Colombia), Patricia Villalobos (Nicaragua), Erika Ewel y Raque Schwartz de Bolivia, entre tantos artistas más. Interesantí­simo el encuentro entre los curadores, que compartieron en público los panoramas artí­sticos de cada paí­s, incluyendo a los de Cuba, Colombia, Panamá, Nicaragua, Chile, entre otros. Hasta el 8 de junio.