En nuestra multifacética ciudad de Buenos Aires decir van Riel es sinónimo de Galería de Arte. Gabriela van Riel es la tercera generación de galeristas. Una profesión que se basa fundamentalmente en la confianza, entre el artista y su representante primero y entre él y el coleccionista mas tarde. Galerista no se nace. Se hace y se madura a fuerza de un profundo conocimiento de las artes plásticas, de un ojo entrenado para "ver' la calidad estética y un especial sentido de la oportunidad.
En el caso de los van Riel, se trata de una tradición familiar iniciada por Franz van Riel allá por 1924, cuando abrió su primera galería en la calle Florida en pleno corazón de Buenos Aires, muy cerca de otros espacios de prestigio como las galerías Witcomb, Wildestein, Müler y el Espacio Peuser. Respetado y querido por artistas, colegas y coleccionistas, su hijo Franz, segundo en la línea, desarrolló su actividad por más de cincuenta años en la casa de la calle Talcahuano, acompañado por Kicsi, su mujer y sus hijas, quienes lo siguieron, aprendiendo en cada paso. Hoy Gabriela, consecuente y emprendedora abrió este nuevo espacio en Juncal y Esmeralda, concebido centímetro a centímetro, para exhibir arte contemporáneo. Funcional, moderno y único. Un espacio que trasmite exactamente el espíritu de su directora.
La galería inaugura la temporada con una muestra homenaje a un recordado artista y su entrañable amigo, Santiago García Sáenz. Se trata de una cuidada selección de una veintena obras que pintan el paraíso, "un paraíso habitado" -como sugiere Renato Rita en el texto del catálogo- "por héroes callados que sostienen su plácida mueca tanto en el martirio como en el goce, en la meditación o en el juego". ¿No es acaso ésta una promesa de vida? Una muy buena muestra y, especialmente, una promesa cumplida que ilumina este nuevo eslabón de la historia porteña.
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