Nota publicada online

jueves 21 de marzo, 2024
Más allá del infinito: Constanza Schwartz en Ungallery
El nombre del mundo es Bosque
por Alejandro Zuy
Más allá del infinito: Constanza Schwartz en Ungallery

El espacio de arte ubicado en el barrio de La Boca presenta una subyugante instalación diseñada por la joven artista Constanza Schwart zque convoca a reflexionar acerca de las ambivalencias del avance técnico científico teniendo en cuenta desde aristas epistemológicas hasta afectivas.

Constanza Schwartz (Buenos Aires, 1999) trae consigo una formación atípica para los parámetros tradicionales. Es licenciada en diseño de espectáculos y escenografía y ha incursionado como directora de arte en recientes films. Estos datos no deben marginarse en las páginas de lo anecdótico; deben ser tenidos muy en cuenta y sobre todo ponderados a la luz de los elementos puestos en juego en Más allá del infinito como pueden resultar, por ejemplo, el ritmo, la sensibilidad flotante, el acto físico e intelectual del observador que modifica lo observado y la producción colectiva de conocimiento.

Podría imaginarse que el portal de acceso a Ungallery funge como umbral y su espacio como nave. La idea de un vínculo perdido con lo sagrado flota en el aire. Cabe advertir que el paso que se dará al acceder -y conceder- al espacio no se encuentra exento de un conjunto de ambigüedades. Estas se hallan vinculadas al extrañamiento de la temporalidad de la experiencia mundana, a la separación provisoria del entorno que nos ha precedido y al lugar central que le otorgamos desde los últimos siglos al avance de la técnica. Progresión deslumbrante a la que parece que nos hemos subordinado.

Schwarz evoca la Skené de los griegos unida a los orígenes del teatro, el lugar donde transcurría la acción a cargo de lo que hoy entendemos como actores, pero también y de manera discreta, como corresponde, alude a su opuesto, lo fuera de escena, el ob skené donde acontecía lo que no debía mostrarse. Para acusar registro de tal operación es condición precisa y necesaria realizar una trayectoria compleja.

La tierra es la superficie donde puede acontecer la vida, la que nutre y sustenta. Será el contacto de nuestros pies con ella lo que nos hará retrotraer a lo primordial e inaugurar un recorrido que no nos ahorrará tareas. A continuación, unas punzantes y alargadas formas espejadas de acero inoxidable clavadas sobre pedestales nos ofrecerán reflejos fragmentados de nuestros cuerpos y del entorno a veces interrumpidos por destellos de luz. Si vivimos en un mundo que llama realidad a la acumulación exponencial de imágenes de sí mismo. ¿Puede el arte desarticular y servirse de lo que confiere consistencia a esta simulación?

Estas formas conviven con otras que las suceden al igual que un bosque que debemos transitar. Sin embargo, lo orgánico siempre está desplazado por los materiales industriales. Réplicas de las punzantes, pero en amarillo y rojo se encuentran dispuestas a modo de señalización, mientras que apiñadas varillas plásticas verdes se ramifican por doquier antes de que una imponente estructura subsuma toda nuestra atención y nos exija una pausa necesaria para su asimilación visual. Se trata de una torre de refrigeración de un reactor nuclear en escala. Suerte de altar de la civilización, en él se conjuga la posibilidad de generar energía para sostener la vida como el peligro siempre presente para aniquilarla. El diseño sonoro contribuye a reforzar este último aspecto al remitir la amenaza a una situación histórica. Atravesar el interior de la torre con su bosque de árboles de silicona puede significar el final del recorrido o un nuevo comienzo.

Toda elección estética abre una grieta con lo contingente. Al abrirnos y participar de ella nuestra subjetividad se pone en juego, se activa y asume desafíos; nos dispone a tener la experiencia de otra duración, a intuir propósitos subyacentes y a integrarnos en interacciones significativas que devendrán en otra dinámica de construcción de conocimientos.

Constanza Schwartz se presenta a sí misma como una ciudadana del siglo XXI. Tal posicionamiento, en verdad, implica una consustanciación de tiempo y espacio. Se es y se está de forma simultánea en el transcurrir de ellos sin perder la dimensión histórica y la conciencia crítica. Más allá del infinitoes entonces su demostración material.

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