Nota publicada online

martes 3 de enero, 2012
Espacio Honda
Espacio Honda

Apenas cruzamos el puente de La Barra, a la derecha,el Espacio Honda nos recibe con dos impactantes propuestas artísticas.

Milo Lockett a todo color y Diego Ortiz Mugica en blanco y negro. Acrílicos el primero y fotografías el segundo. Imágenes infantiles asociadas al art-brut vs. paisajes guardados en la memoria, algunas, casi abstracciones.
La obra de Milo se reconoce por su frescura, su línea simple y sus colores primarios. Es una pintura de fácil lectura, poco pretenciosa y que, básicamente, trasmite alegría. Sus personajes son aquellos mismos personajes que todos alguna vez dibujamos en alguna servilleta sin buscar hacer una obra de arte sino solamente trasmitir una emoción: el amor que late en un tierno y rojo corazón, la esperanza flotando en el trazo de una sonrisa, o el asombro que asoma en un par de ingenuos ojos de enormes pestañas. Posiblemente, por todo esto, es una obra que impacta directo y "encanta" a grandes y a chicos; a eruditos y a inexpertos. Una obra muchas veces salpicada de palabras que nos hablan de las cosas simples y esenciales de la vida: paz, amor y alegría.
Milo Lockett es autodidacta, chaqueño e incansable; logró crear una identidad pictórica que lo ubicaron en el centro de la escena artística nacional; mas tarde llegaron las becas Antorchas y Trama, exposiciones en su Chaco natal y en Buenos Aires y el vértigo de ventas en arteBA. Pero Milo es, esencialmente, un artista comprometido con lo social y allí pone el foco; para él el arte es un medio para trasmitir un mensaje de concientización y amor. Durante el 2011 su actividad abarcó desde murales pintados en vivo, programas de televisión e instaló su espacio de arte en Palermo.
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Las fotografías de Diego Ortiz Mugica se reconocen por su purismo técnico, por su fuerza expresiva y por su exquisita sensibilidad. Su ojo entrenado mira, se detiene y capta la esencia mas pura de una imagen. Allí donde todos vemos simplemente una planta, un rosto o un paisaje, el descubre la línea, la armonía y ese halo casi imperceptible que la convierte en magia. Su ojo capta y su cámara dispara; a partir de ese momento, imagen y fotógrafo dialogan en el laboratorio quedando en evidencia sus mejores luces y sus mejores sombras y, dócilmente, la imagen se convierte en arte.
Diego es un creador de imágenes y, al mismo tiempo, un exponente de la fotografía en blanco y negro. Lleva 30 años dedicado a este oficio que lo sedujo a los 12 años; comenzó muy temprano como fotógrafo de rugby, estudió mucho en Argentina y en el exterior. Trabajó más de 14 años en la Fundación Antorchas y en la Academia de Bellas Artes como fotógrafo técnico de restauración de obras de arte en Tarea; allí hizo fotografía inflarroja, ultravioleta y de rayos equis para conocer el estado de esas pinturas coloniales de caballete; simultáneamente armó su estudio publicitario para dedicarle los fines de semana y sus vacaciones a sus fotos de autor. Con ellas participa periódicamente en ferias internacionales de arte: arteBA, Festival de la Luz, Buenos Aires Photo, San Francisco Art Exhibition, Chicago Art Exhibition y Art Frankfurt. 
En Buenos Aires y Bariloche se encuentran sus fotogalerías y escuelas que dirige hace mas de 10 años.
Ortíz Mugica tiene un fuerte vínculo con la naturaleza, especialmente con la Patagonia y la pesca con mosca, otra de sus pasiones y la fotografía es el canal que utiliza para expresarlo.
Durante todo el mes de enero la obra de Milo y de Diego cautivan a los visitantes, atrevida y audaz, sensible y seductora bajo el sol del Este.

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