Nota publicada online

miércoles 25 de noviembre, 2015
Benicio Núñez redescubierto
Benicio Núñez redescubierto

Los Noventa
Un aire renovador impregna la producción de los noventa de Benicio Núñez con respecto a sus obras anteriores. Se percibe fundamentalmente en su paleta: más luminosa, con rojos y azules penetrantes en distintos tonos, y con el negro como elemento catalizador. A diferencia de otras épocas, en que utilizaba los colores más saturados, en esta los emplea estrechamente vinculados a la técnica del gouache[1]. Con un efecto de pinceladas de un flujo espontáneo, su luminosidad no depende de la base, si es blanca o no, sino que su brillo está en la pintura misma. No obstante, dado a la opacidad propia de esta práctica, los colores claros pueden pintarse sobre los oscuros, sin que estos últimos se perciban. He aquí 'la clave' en Núñez: su maestría en el manejo de los materiales plásticos para dotar a sus imágenes de un notable vigor pictórico.

Su peculiar galería de personajes incita al asombro, como supo expresarlo el crítico de arte León Benarós refiriéndose a sus pinturas: “obra inquieta e inquietante, en su aparente modestia late la garra de un gran artista, irónico, satírico, agridulce, pero sin amargura, capaz de sumar su lujosa fantasía a la propia fantasía del mundo real” [2].

La querencia, 29cm x 20cm, técnica mixta, 1992
Señoras Peinadas 29cm x 20cm, técnica mixta, 1994

 
En La querencia, Gauchos mateando y Don Quijote de la Mancha, toma estereotipos populares para desplegar el lenguaje de la caricatura, como un avezado ilustrador. El campo, la naturaleza, el hombre, la literatura y el relato anónimo, siempre han sido parte de su obra. Pero también de Señoras peinadas, En pleno vuelo y Cintas de sol, surge un cierto lirismo, el mismo que irradia de ciertas obras figurativas de Paul Klee y Wassily Kandinsky.
Sin duda, en los noventa, sus figuras se encuentran más liberadas que antes en lo compositivo, y desde el color, sigue emergiendo una extravagante reminiscencia al pop británico de fines de los sesenta. El corpus de obras que se presenta en esta ocasión, reúne estas y otras tantas virtudes, que distinguen el estilo propio e inconfundible de Benicio Núñez.

Lic. Eugenia Garay Basualdo
Curadora

[1] Pintura cubriente a la aguada, de efecto análogo al del pastel, pero obtenido por medios húmedos.

[2] León Benarós, “Benicio Núñez: originalidad, magia, ironía y humor de una visión plástica”, enMitos Claros(cat. exp.), 14 de noviembre al 3 de diciembre, Salas 8 y 9, Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires, 1989.

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Sobre benicio Núñez:
Benicio Núñez (Itá Caabó, Corrientes, 1924 – Buenos Aires, 1997)
En su infancia tomó clases de dibujo y pintura, que luego perfeccionó en Buenos Aires en la Escuela Beruti de Avellaneda. Más tarde fue alumno del reconocido artista Tomás Maldonado. Fue miembro fundador de la 'Asociación Arte Concreto Invención' (noviembre, 1945). En marzo de 1946 suscribió el Manifiesto Invencioncita y participó en las principales exposiciones grupales.
No obstante, su producción abstracta fue breve. Sin título (1946) – reproducida en este catálogo-, es una de esas pocas piezas que conforman el corpus de obras concretas que realizó en franco vínculo con el arte constructivo. “Esta construcción, si bien temprana, parece haberse alejado ya de los conceptos de 'cuadro' e inclusive de 'marco recortado' para ir aún más allá: los elementos constitutivos se reúnen de acuerdo con una lógica restringida y propia. Manifestando no sólo una autonomía con respecto a la realidad exterior, sino también en relación con un fondo –ya ausente- que los hubiese contenido”.
Como varios artistas, Núñez viró hacia la figuración en la década del cincuenta. En 1953, con las témperas Fábula, diablo y la mujer y Trayectoria del mito, fue parte del envío argentino a la Bienal de San Pablo, obteniendo el tercer premio.
La obra figurativa de Benicio Núñez puede vincularse a la de referentes del arte local como el tucumano Juan Grela (1914-1992), el cordobés Antonio Seguí (1934), y hasta con el gran maestro salteño del arte textil Carlos Luis “Pajita” García Bes (1914-1978). Si bien cada uno desarrolló un estilo particular, existen coincidencias en el tratamiento de la figuración, sobre todo humana, que realizaron los cuatro artistas. Asimismo, ciertos rasgos característicos de los personajes del pintor norteamericano William H. Johnson (1901-1970), pueden observarse en los de Núñez. Este tipo de representación tan particular, tiene al menos dos aspectos a tener en cuenta: el abandono total del realismo por un expresionismo de tono caricaturesco, a veces ingenuo y, al mismo tiempo, una marcada tendencia hacia la ilustración de índole fantástica y plena de color.
En cuanto a su labor como ilustrador, se destacan: los libros El emperador de la China de Marco Denevi (1961), Al hombre en su mirada de Diego Jorge Mare (1963), y Fausto de Estanislao del Campo (1966), además de las historietas Corto Maltes de Hugo Pratt (Milán, 1986-88) y Play Boy (Roma, 1987). También trabajó en cine, como asistente de dirección y, en algunos casos, de ambientación en películas de Tulio Demicheli, León Klimovsky, Leopoldo Torres Ríos y Carlos Borcosque. En 1964 fue director de arte del filme Carlos Gardel, historia de un ídolo, dirigida por Solly.
Exposiciones individuales: El Laberinto (1953), El Sol (1964), El Laberinto (1966), Ática (1971, Olivos), Gatalea (1971), Maison de L´Amerique Latine (1981, Paris, Francia), Centro Cultural Malvinas (1987), Centro Cultural Deutsche Bank (1988/89), Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires (1989), Fundación Alon (2009), y Centro Cultural Recoleta – Feria de Arte EGGO (2014).
Principales participaciones en exhibiciones colectivas: Primera Promoción Argentina de Artistas Plásticos, Art Gallery Internacional (1968); Homenaje a la vanguardia argentina de la década del '40, Arte Nuevo (1976); 50 años de Pintura Argentina, exposición que itineró por Chile, Perú y Ecuador (1977); Vanguardia de la década del '40. Arte Concreto-Invención. Arte Madí. Perceptismo, Museo Sívori (1980), y Arte Abstracto Argentino, Fundación Proa (2003).

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