Nota publicada online

lunes 21 de diciembre, 2015
Ana Gallardo
Un lugar en el Mamba
por Pilar Altilio
Ana Gallardo

Marcada por los viajes, la ausencia materna y cierto mandato familiar sobre el transformarse en artista, Ana Gallardo explora en su obra la sustancia más humana. Las emociones, los deseos más profundos así como las relaciones más simples de la vida en lo cotidiano, están allí y expresan a una o varias personas en relación con ella. Pues las obras de Ana están tramadas de historias de contacto humano, hechas en colaboración emocional si se quiere, pues en medio del paso de la idea a la obra hay un tiempo donde se establecen lazos, se verifica al otro, se trabaja a la par.

Sala

Esa magnífica vertiente llega muy alto en el video Mi tío Eduardo que registra las emociones de un viaje que no se animó a hacer, pero que su sobrina hizo por él. No sabemos nada de aquellas historias, tampoco vemos ese recorrido, sólo lo vemos al tío en cuya cara se refleja la luz de aquel registro filmado donde estaba su ciudad recuperada.

En la XI Bienal de Cuenca tuve oportunidad de ver una versión de Pedimento, ese trabajo que retoma la tradición mexicana del estado de Oaxaca de elaborar una figura de barro con los deseos que se pide a las deidades. Aquella era la obra más viva de toda la bienal pues constantemente estaba siendo reelaborada por los visitantes que disponían del material necesario para hacer sus pedidos. Aquí hay una muestra recortada de la experiencia, pero tanto en Ecuador como en Venecia donde se presentó este año, la obra nace de la relación que se establece con un grupo de personas que residen en algún espacio determinado y que amasan en el barro sus propios deseos.

Casa Rodante Instalación

Entre las instalaciones, destaca la de sus pertenencias agrupadas creativamente con cinta de enmascarar que dejan ver los numerosos movimientos de aquellos muebles que constantemente deben ir hacia otro espacio o quedar en depósito. Casa rodante, una de sus obras más conocidas, trasmite el modo de representar la crisis del 2001 en nuestro país, donde era muy difícil encontrar un espacio donde habitar, aquella enorme dificultad asumida con coraje de trasladar lo mínimo de sus muebles más queridos con una bicicleta.

La línea que modula sus trabajos con carbonilla sobre el plano, tiene dos puntos muy interesantes en esta muestra. La serie Sicaria que explora las relaciones entre la mujer y el narco en un contexto como el mexicano marcado por una violencia persistente, señalando cuerpos inertes o pequeñas bolsas atadas que se encuentran en el desierto con restos de víctimas, por un lado. Y las dos salas donde podemos recorrer el paisaje selvático y bello de la Laguna de Zempoala el sitio elegido para darle descanso a los restos de su madre. Instalación maravillosa donde nos sumerge en un contexto de paisajes recobrados magníficamente por su dibujo, que guardan la idea de aquel acto de selección del lugar especial para dejar a su madre, construidos durante muchos años y muy bien instalados en esas salas enormes del subsuelo del MAMBA.

Baile Japonés, de la serie “Acciones primarias”, 2014 Video Duración: 9 min 45 seg

Un punto especial es el peso de la escritura en esta muestra. Se traduce como ejercicio cercano al diario íntimo o la carta hecha a mano. Tanto de forma manuscrita como rasgando la pared con letra de imprenta, cada historia narrada hace visible la necesidad de sacar afuera una experiencia que carga en su pecho, enunciativa de una práctica que funciona del mismo modo que operan los deseos puestos afuera y así compartidos, en cierto modo conjurados.

Su trabajo incluye a prostitutas en retiro, personas privadas de su libertad o jubilados que pueden ejercer una libertad no planificada en este tramo de la vida. Cantar, bailar, enseñar a hacer algo trasmitiendo saberes, se agrupan en otra serie de obras donde esta sutil representación de la esperanza se torna clave para transformar unas vidas que tendrían un final más previsible y oscuro. Es allí donde ética y estética hacen una trama potente en su obra, la inquietud por el otro es reflejo de la propia preocupación sobre sí misma.

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