Nota publicada online

viernes 3 de julio, 2015
Alberto Greco
Besos brujos en Klemm
por Pilar Altilio
Alberto Greco

Un recorrido que desvela el tiempo fugaz en que Alberto Greco sentó las bases de una experimentación abierta a la hibridación, el pastiche y el desborde de los límites en las disciplinas

Es bueno en verdad haber conservado esas huellas del fugaz e intenso recorrido de sólo quince años de este singular artista. En la muestra que es además un homenaje, hay mucho de esa sustancia temporal, apasionada e intensa que revolucionó su vida y lo llevo  a dar con intensidad sus puntos de vista.

Las relaciones con los materiales, si bien en un primer momento se relacionan con el tachismo y la abstracción libre, ya eran parte de un sistema de poemas caligrafiados y otras intervenciones tanto teatrales como literarias, que no parecen diferenciar su trabajo en el plano.

Esa frontera porosa entre un medio de expresión y otro era casi una constante de la época, los cincuenta y los sesenta, tanto en Argentina como en buena parte del mundo occidental que Greco frecuentaba. Se sustanciaba en una serie de producciones donde el vigor creativo no se expresaba en una sola dirección. Se instrumentaba en performances, en carteles, en mensajes de todo tipo pero también dando cuenta del peso de la música popular, de donde proviene el título de esta muestra, el recordado bolero Besos Brujos.

El minucioso trabajo de Adriana Lauría se percibe tanto en el texto que despliega toda su trayectoria, como en la forma en que están presentadas estas piezas reunidas en la sala. Interesante colección de objetos, escrituras y la obra del título que se despliega tanto en originales exhibidos como un video que junta las canciones de Palito Ortega con las de Libertad Lamarque. Podemos ver desde una servilleta garabateada y salvada del fuego, hasta pequeñas postales íntimas donde cada gesto de su pasión queda descubierto. Pasión que abarcaba tanto la tristeza como el amor más intenso junto a las fotos que captaron esos instantes fugaces donde Greco proclamaba sus Vivo Dito o se proclamaba a sí mismo mediante el uso de una frase prestada de la marcha peronista proscripta luego del derrocamiento de Perón en el 55:Alberto Greco ¡Qué grande sos!Acción fotografiada en 1961por el mismísimo Sameer Makarius en Buenos Aires.

Sustancia del tiempo que puede leerse en su caligrafía cambiante, en sus transcripciones de otras fuentes como historietas de la que dibuja con grandes letras un título singular: Los espías mueren solos o artículos de la revista Fans editada en Barcelona entre 1965 y 1967, con letras de boleros y tangos, en una continuidad sin otro orden que la misma pulsión de interés creativo en la que Alberto Greco fijaba su enfoque.

Su paso por los sitios donde vivió y produjo obra de esa misma sustancia heterogénea y abierta a los sentidos, son como las califica Lauría “andanzas estéticas” y se desarrollaron principalmente en Europa: París, Italia- de donde fue expulsado por Cristo 63- o España. Precisamente de allí es donde provienen una serie de fotografías tomadas por Monserrat Santamaría donde todo un pueblo, Piedralaves en Ávila se transforma en unvivo ditogigante.

Su pertenencia al Movimiento Informalista Argentino que integraban entre otros Kemble, Wells, Barilari, Olga López y Maza a finales de los cincuenta, pareció encaminarlo a la pintura sobre soporte plano, pero rápidamente se esfuerza en dejar que la materia pictórica se enriquezca con sustancias totalmente orgánicas como excremento de gallinas o flujos humanos, que acompañan de modo diverso el envejecimiento de las obras. Como sostiene Lauría: “así la sustancia misma de lo vital penetraba en la pintura, la modificaba, la abarcaba y rebasaba sus límites preparando el camino de su abolición”.

Aunque brevemente luego dibuja personajes grotescos en una serie también exhibida en parte en la muestra, su proyección se sitúa mejor en la cosa teatral y performática, que toma para sí la materia tiempo y la hace evolucionar al gesto, a la designación, a la fuerza conmovedora de un espacio donde el artista queda en otro sitio, entre ficcional y chamánico, con clara intención de modificar una sustancia material entendida de un modo por todos nosotros y de otro muy distinta por él mismo.

La muestra conmemora los cincuenta años de Besos Brujos, una especie de novela que concede todas las libertades del propio autor: la apropiación, el pastiche, la parodia, la hibridación, intervenida como manuscrito y considerada por la curadora como un aporte que inaugura en el arte argentino el tiempo de lo contemporáneo. Como sostiene la chilena Nelly Richard, los latinoamericanos –algunos particularmente como este caso- desarrollaron un posmodernismo “avant la lettre” que incorpora el desborde de los límites, la indiferenciación entre alta y baja cultura y el uso de los medios como parte de nuestro vínculo con la realidad. Osadía, audacia, necesidad vital, pulsión de muerte y parodia que se despliegan con acierto en esta muestra de Fundación Klemm.

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