Garrido, José Ignacio

Estas obras son el fruto de mi reencuentro con "el pintar", después de una pausa de diez años y suceden a una primera época figurativa y expresionista.
Ellas surgieron al influjo de mi interés creciente por el cubismo, que se fue especificando hacia una imagen formal más vinculada con los movimientos plásticos encarnados en el suprematismo, el constructivismo y en el arte concreto argentino, que son las fuentes más visibles de esta nueva etapa.
En su evocación quiero rendir mi más sentido homenaje a los artistas que los protagonizaron y que, con su esfuerzo hicieron posible el arte contemporáneo, rogando y exigiendo que nunca mas los creadores se vean obligados a renunciar a su libre inspiración para complacer a la ideología y al poder, como tristemente sucediera con las vanguardias rusas.
En los nombres de Kassimir Malevich y Nicolás Punin simbolizo este ideal de lucha y sacrificio y con ellos lloro y aplaudo a todos los que debieron enfrentarse obstinadamente con la locura, la indiferencia y el duro sobrevivir que implica la opción de vida que es el arte.

También quiero mencionar a Carlos Gorriarena, que me dejó la percepción del color como segunda conciencia, a Cármen D'Elía, que me descubrió los mundos sutiles , recios y vaporosos del dibujo; a Néstor Cruz, que lleno de sabiduría , me introdujo a la teoría sensual del óleo; a Hugo de Marziani, compañero de largas charlas plectóricas de experiencias visuales y del alma y a Fermín Fevre que me alentó y defendió con pasión y afecto.
Por todos ellos creo que la obra es la preocupación obsesiva de un absoluto, que no se deonde pero que seguramente tiene vida propia, diferenciada de la realidad fenoménica y esta esperanza de hacer concreto lo invisible nos tiene en pie.
Finalmente mi agradecimiento a la Cooperativa Telviso, a todos mis amigos que me han permitido aparecer públicamente rodeado de su cariño y protección.

José Ignacio Garrido,
septiembre de 2003.