Notas Artistas

Juan Pablo Rodríguez
Daniel Vidal, la memoria en un collage
por Juan Pablo Rodríguez

Entrada la primera decena del siglo XX, Pablo Picasso y Georges Braque, habían atestado en plástica y profundidad el lienzo cubista, pero su inquietud reservaba todavía espacio suficiente y opciones plásticas dentro de aquella superficie y empezaron a añadir formas y elementos cotidianos, con los que consiguieron fracturar todo lo anteriormente establecido. De esta inflexión cubista nacía el collage.
Inician simulando con pintura letras o textos a la maniera industrial o periodística. En este punto ambos logran hacer converger sus ideas, traspasando las fronteras de lo hasta entonces permitido, abandonando la imitación y optando por emplear directamente, sin ningún pudor, lo real y lo cotidiano, sometiéndolos a su expresión. Así erigían la forma partiendo de recortes de periódicos, arena, papel maché, entre tantos otros.
Una nueva manifestación artística había surgido de una disputa amistosa. Del estímulo-respuesta que servía de vínculo en la relación de dos artistas, cosa que podemos captar, simplemente observando la evolución de las obras de ambos en este periodo. Como en un acto de reflexión nostálgico, reverberación parental, Braque optó en sus formas por emplear elementos industriales de pintura y ebanistería con los que estaba familiarizado desde su niñez. Y es que en ocasiones, la nostalgia puede convertirse en el acicate que produzca una respuesta determinada y superar en este caso, ciertas problemáticas del presente. Picasso ante esto respondió con entereza, y por su parte transformó en expresión artística lo cotidiano.
Daniel Vidal uno de los artistas argentinos más destacados e internacionales de su generación, encuentra en el collage el útil con el que representar sus inquietudes desde lo cotidiano. La libertad que le ofrece la ejecución y construcción de los soportes que fundamentan el papiere collér, le han permitido reinterpretar de modo sublime aquello que formularon desde la alteración del cubismo Picasso y Braque, y que artistas como Juan Gris o Miró adoptaron para posicionar el arte más allá de los límites que se habían experimentado.
En su etapa parisina, Daniel Vidal reconoce el espacio, el entorno y el significado de los mismos empleando reminiscencias de estos artistas. Que utilice el collage para ello, no es ni mucho menos casual. El París actual, con el que se topó Daniel cara a cara, es una urbe dominada por un collage visible de múltiples expresiones culturales y sociales, donde lo invariable de cada una de estas manifestaciones hace que desde el inconsciente de la ciudad, se complementen involuntariamente tornándose variables, abarcándonos con la multitud de formas, de texturas, de planos, como si de una sucesión de recortes se tratase. El texto por ejemplo, presente en el collage desde su origen, invade la ciudad desde lo alternativo a lo convencional, óperas, teatros, museos, calles o muros, mezclándose con la imagen, lo industrial, o lo cotidiano.
Representar esta realidad desde la plástica sólo está en la mano de unos pocos, y Daniel sin duda, con ponderada reflexión, ha sido capaz de ello.
De la misma manera que en Braque los elementos utilizados para el collage respondían en cierto grado a una nostalgia de sus pasado, Daniel Vidal expresa en sus collages la saudade de hallarse en una ciudad que por existencia de sí misma produce un cierto sentimiento desglosado que captamos, no sin cierto desasosiego, a través del acto de comprender lo que la ciudad fue y lo que es. La metrópoli se alimenta irremediablemente de pasado y futuro componiendo con las dos franjas un ente inseparable.

En una de las series de collages que Daniel llama ”Papeles intervenidos”, se sirve de dibujo y recortes para lograr el propósito de representar estas circunstancias. Con certera intención conjuga partituras, cartulinas, textos, etc. Con un significado determinado para él que de forma natural, podemos extrapolar a nuestra consciencia sirviéndonos de concepción propia.
Estos elementos se constituyen como soluciones que remiten a la vida diaria parisina, que podrían evocar a construcciones con un determinado carácter literario y musical, y dependiendo del espectador, ofrece diferentes tipos de caracteres. Como Juan Gris, Daniel Vidal desarrolla desde lo abstracto, figuras reconocibles con las que encuentra la expresividad de esta añoranza poética de su vida en la capital francesa.
Con su segundo juego de collages que titula “Constructivista” conjuga una vez más bajo la tutela de la reflexión definida desde la nostalgia, algunas de sus experiencias parisinas. Elogiando en esta serie, la raíz de la que se valieron El Lissitzky, Alexander Rodchenko y la tradición constructivista rioplatense. Deconstruyendo las formas de collage-litografiado que definían el lenguaje de estos artistas para retornarlo al carácter de collage en toda su esencia. Reflexiona así sobre el origen simbólico de las mismas logrando una expresividad muy especial, casi mítica, rememorando una de las manifestaciones artísticas más atractivas y simbólicas del siglo XX.

Juan Pablo Rodríguez
Lic. Historia de las Artes, Catedra Unesco, Paris