Notas Artistas

Variaciones sobre una malla naranja
Por Mercedes Casanegra

Para el/la artista, la experiencia es la única (indispensable) condición.
Es ésta la que, en el proceso de negación y afirmación, le provee al artista los recursos para la formación de su lenguaje y su renovación. Anna Maria Maiolino, 2001

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La obra de Iliana Regueiro ha estado practicando un nuevo giro y está así, inaugurando otras propuestas para su trabajo.
Uno de los rasgos que más caracteriza al desarrollo artístico de Iliana es su aptitud personal de exploración, que deriva en una apasionada y activa investigación en el terreno de la imagen. Y, aunque parezca redundante, porque estamos inmersos en el campo de las artes visuales, parte de su metodología artística consiste en la elección de un tema que gravita en el comienzo, casi de manera pura, en lo visual. A partir de allí su estrategia consiste en la observación esmerada de la infinita versatilidad de situaciones que ese término visual le puede ofrecer.
La fotografía, la fotografía intervenida digitalmente y la pintura, son sus herramientas de realización. Sin embargo, hasta aquí nos hemos referido más a lo que Luis F. Noé en su Antiestética habría llamado el “devenir” artístico de Iliana. Es decir, más que haber mencionado obras puntuales, hemos presentado algunos componentes que hacen a la actividad de su imaginación creadora y a su potencialidad de ponerlos en obra.
En el pasado dijimos que sus primeras imágenes más conocidas, los paisajes, fueron realizadas a través de un método cuasi mimético. Luego, a partir de una figuración que contenía planos abstractos, derivó hacia un terreno simbólico.
Las imágenes actuales surgen desde el encuentro fortuito con un elemento preciso, fragmentos de malla plástica de color naranja, cuyo uso habitual es la señalización en obras de arreglos callejeros. Estos trozos de material, que para la mayoría podrían pasar desapercibidos, son el nuevo argumento de sus obras. O son, también, disparadores de temas y tramas, que a través de su elaboración van adquiriendo rango artístico. Desde allí, la artista ha trabajado con variaciones sobre este tema: la transparencia, la maleabilidad, la flexibilidad, sus sombras, su licuefacción -cuando tira la malla lúdicamente al agua-, entre otras. Los efectos se alejan cada vez más del objeto primero que, sin embargo, les otorgó su primera razón de ser.
La malla naranja en estos juegos de transformación se desmaterializa, se vuelve otra.
La malla naranja no solamente se ha vuelto lanzamiento de múltiples posibilidades artísticas para Iliana Regueiro, sino que éstas se vuelven también en centro de reflexión sobre la conciencia de sí misma, abierta siempre a lo ulterior.