Notas Artistas

Susana Parisi
por Osiris Chierico

Veintidos cuadros suman el aporte de Susana Parisi a la recién comenzada temporada plástica.

Los expone en la galería Arthea, sala donde había realizado sus muestras más significativas en los últimos años, y acaso esta circunstancia no sea absolutamente casual.

Por lo menos puede no serlo para el espectador que reencuentra así el escenario en el que continúa la extraña narración iniciada por la artista desde esos mismos muros, habituados ya a los hechos fabulosos de sus míticos personajes.

Porque la narración de Susana Parisi continúa, es cierto. Ya lo habíamos señalado alguna vez, en ocasión de otra muestra suya. Pero anticipábamos además el hecho de que, como buena narradora, iría dosificando su relato en un crescendo de imprevisibles alcances. Y este conjunto de su producción actual nos corrobora desde una nueva intensidad, desde una temperatura de revelación mayos que en sus momentos anteriores.

Ahora en cambio habían aparecido zonas luminosas, azules augurales por ejemplo que parecieran querer anticipar la salida, por lo menos la promesa de la salida, de la liberación para ese enrarecido mundo que relata. Y tal vez por esto podría llegar a halarse de u contenido moral en la obra de Susana Parisi, de una intención de ese tipo, alimentando sus alegorías, sus inquietantes fábulas.

En lo que respecta a los aspectos formales de su producción, ha sumado a la acentuación de la intensidad narrativa una interesante evolución de su vocabulario plástico, sobre todo el uso de la materia, que es un importante factor expresivo en estos cuadros últimos.