Notas Artistas

Memorias del color en figuraciones transfiguradas
Buenos Aires / Noviembre 2005
por Claudia Laudanno

Existe una aproximación al lenguaje de la pintura en la poética de Gabriela Cassano que proclama un compromiso, no solo estético, sino, antes que todo, ético, existencial, ontológico. En tal sentido, la apariencia fuertemente cromática y táctil de los recientes cuadros de la artista, poseen un carácter o giro distintivo muy evidente, que hace eje en el contrapunto de componentes lúdicas, simbólicas, neo-abstractas, sin soslayar la presencia de una figuración escueta, elemental cuasi esquemática, que incorpora inquietantes flechas, vectores y signos indicadores de recorridos, desplazamientos y deslocalizaciones del sujeto.
Esa referencia primordial a la materia, destinada a enriquecer y solidificar las superficies, unida a la inscripción de la huella, de las incisiones y los surcos lineales, en el actual corpus de obras pictóricas de Gabriela Cassano, ofrece una pista interesante para el espectador, ya que sugiere una explicación acerca del tratamiento básico del soporte o sustrato de fondo, en términos de neo-informalismo, pero exclusivamente como trampolín que catapulta dicho juego de texturas, en contacto estrecho con una figuración planimétrica, aplicada sobre amplias tramas y retículas geometrizantes, que rebosan policromías exacerbadas, según certeros acuerdos tonales y atonales. Sin embargo, ese magma colorístico que se expande por las telas de Cassano no es igualitario. Tiene sus parámetros, pues reivindica esa dimensión sensual, primigenia, preconsciente, intuitiva, sentimental y afectiva del color como primeridad absoluta, que luego se articula en un orden heterodoxo, complejo, abriéndose en abanico para dar cuerpo a distintas escenas urbanas rebatidas y multiespaciales, siempre conservando el respeto por el rango biplanar de la pintura.
En este conjunto operístico de Cassano desaparece ex profeso todo atisbo de carnación del cuerpo del sujeto, pero no así del “cuerpo de la pintura”, pintura que resuena en su opulencia constitutiva, transfigurada en materias luminosas, que incitan al placer del ojo y del tocar, a la voluptuosidad del mirar redoblada en la esfera de lo háptico. Placeres visuales y cognitivos que proponen la pintura como texto, según un lenguaje notacional, sintáctica y semánticamente denso y repleto de significaciones recónditas que hay que saber desentrañar.