Notas Artistas

Camino del paraíso
por Cesar Magrini

La primera muestra individual: Candela Casado Sastre inaugura con la presente carrera que , dados los elementos de elevado valor estético que incluye, dado los caminos que ya ha desbrozado y otros que aquí firmemente insinúa, no podrá continuar por otras rutas que no sean las del reconocimiento, la gratitud y también la admiración (difíciles de presentarse individualmente, cuanto más al hacerlo, como aquí, reunidos y sinceros en su elocuencia), de quien, sin la menor prisa, se detenga frente a su obra. Porque todos sus cuadros están como impregnados en una oscura luz fosforescente, que los reviste de rara hermosura, y sin desvincularlos por completo de la realidad, muestran algunos de sus aspectos más sugestivos. Una curiosa condición inherente a mundos sumergidos en las aguas de una melancolía joven, casi recién nacida, como si los seres y las cosas en estas telas se estuviesen dejando ver solo a medias, y para completar su sensibilidad, por completo, hiciera falta estar también tocado por la magia que la artista ha manejado con tanta y tan fina sutileza, hacen de los cuadros de Candela Casado Sastre una experiencia que lleva a las fuentes del ser, y que se brinda en la epifanía de lo misterioso que son también cada una de sus telas, vistas así, con el alma y desde el alma, cristalino y puro cántico de soledad cada una de ella, exacta en evocar ambientes de una realidad poética, ensoñada, y muy dulce y tenuemente expresada.
Ancho y cada vez más ramificado es el camino del que hablaba al principio, pues esta joven creadora sabe como liberar las compuertas del inconsciente, para demostrarnos, de paso, que no siempre estamos o nos sentimos tan aislados y encarcelados como nos creemos.
Abre ampliamente puertas a la libertad que cada uno quiere confiarle; sugiere que la fantasía tiene también el color de los sueños, y al discurrir así, con los ojos abiertos en una vigilia que nada deja librado al azar, nos participa sus mundos de fantasía, de amor, de alegre desconsuelo, porque no siempre es el dolor el que vence en sus cuadros, sino que reparte sus flores con las de la imaginación y con los de la esperanza.
Candela Casado Sastre ha dejado los cerrojos descorridos para que recorramos con ella sus mundos: acompañémosla, porque nos hará bien, porque el amor se da en ella en plenitud suficiente para todos, y porque la hermosura por ella creada es suficiente como para resarcirnos de tanta pérdida, ya que si se lo sabe discernir (y ella lo ubica en sus telas) el paraíso abandona su lejanía para transformarse en nuestra restallante compañía.
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*Buenos Aires, e invierno de 1996.