Nota publicada online

martes 27 de diciembre, 2011
Pasaje, de Tali Elbert
por Viviana Saavedra
Pasaje, de Tali Elbert

El paso del tiempo no se puede revertir (es un hecho tan obvio como contundente).
Pero ¿qué pasa con el tiempo subjetivo?, y además, ¿Cómo pasa el tiempo en el agua?

Tal vez algo se adormece, se suspende o se enlentece. “En el agua todo duele menos”, escuchaba comentar Tali Elbert. Tal vez se logre, más allá de la voluntad y los relojes (en un ilusorio e inconsciente acto), suspender el pasado y el futuro. Suspenderse, que también quiere decir embelesarse: cautivar los sentidos y, entonces, disentir sin violencia ni tristeza con el sin sentido del paso del tiempo…
Como espejos, enormes e ineluctables, estas imágenes nos abarcan, sumergiéndonos, también a nosotros, tanto en el reflejo como en la sombra. El otro y uno: esas siluetas flotantes somos todos.
El rostro es lo que más llama la atención al bebé humano, así comienza todo. Primero reconoce los ojos, luego los contextualiza en un rostro, y de allí en más se emprende el camino hacia el reconocerse y reconocer al semejante, hacia la imitación y la captación de la expresión de las emociones. No hay nada más concluyente que el llanto o los gestos de dolor o de alegría que produce y reproduce la cara. Es extraño (y fascinante), pero hay situaciones especiales en las que no es necesario que estén presentes las miradas, los rostros, para poder expresar (con la más extremada contundencia) un estado humano. Sólo los cuerpos a piel descubierta se manifiestan en estas imágenes (sin importar si están iluminados o en las sombras). Cuerpos que parecen dejarse llevar lentamente, impulsar, no por los demás, no por el otro (ya no necesitan aprender a imitar). Y desde allí, desde el agua calma, se enuncian ante nuestra mirada. Nos sugieren historias infinitas sin que sea necesario que ellos nos miren con sus ojos. Nos dejan con una pregunta: ¿cómo nos mira a nosotros lo que vemos? “…debemos cerrar los ojos para ver cuando el acto de ver nos remite, nos abre a un vacío que nos mira, nos concierne y, en un sentido, nos constituye.” –decía Didi Huberman.
En su búsqueda, necesaria y personal, Tali Elbert logra constituir un corpus de imágenes tan contundente y universal como la vida misma, como el devenir. Un pasaje apacible que nos pone (siguiendo nuevamente a Huberman) ante una inevitable dualidad: ver es ganar y perder, todo está allí.

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Pasaje. Fotografías. Tali Elbert
Museo Emilio Caraffa. Av. Poeta Lugones 411, Córdoba.
Martes a domingos y feriados: 10hs. a 20 hs. Miércoles Gratis.
Del 15/12/11 al 29/02/12.

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