Nota publicada online

viernes 6 de mayo, 2011
Panteón de los héroes en Fundación OSDE
Los destinos de un género
por María José Herrera
Panteón de los héroes en Fundación OSDE

Panteón de los héroes escribe una historia del arte acerca de las imágenes que hablan de la historia. No es sistemática, como los curadores aclaran, pero sí adopta la cronología. Historias, próceres, otros y studiolo, núcleos con los que ordenan los temas de la muestra, exhiben obras de artistas desde el siglo XIX hasta la más cercana actualidad.

En realidad, no se trata solo de artistas sino también de otros "imagineros" que aportaron su bagaje científico o literario a la construcción de la historia. Un museo efímero, como denomina Francis Haskell a las exposiciones temporarias y su formato de poner en escena "por única vez" obras que pertenecen a distintos contextos.
La ocasión era la propicia. El bicentenario argentino no tuvo una exposición oficial de arte en su propio país. Las razones de esta ausencia son más que significativas. No obstante, desde otra orilla institucional no se evade la polémica y Panteón de los héroes, cumple con la función de conmemorar 200 años con ironía alegre o amarga, y la erudición propia de una exposición que se nutre del "modelo museo". Del Panteón, templo de los héroes, al Museion, templo de las musas, también llamado ³Mausoleo de las artes². Pero no es este el caso de pensar al museo como un cementerio del arte. Sino más bien como un lugar que generó y genera una manera de leer la historia de la que se valen tanto los artistas como los curadores.
Objetos pomposamente enmarcados, vitrinas que aislan o jerarquizan son parte de los códigos del museo que tenemos incorporados como forma de significación. También la "cita", un recurso típicamente posmoderno presente en varias de las obras expuestas, ese guiño del productor para con el público, se explicita, como en los museos, con un didáctico análisis de las imágenes en la sala. En el Studiolo, espacio que remite a los gabinetes de estudio y acopio que prefiguran a los museos modernos, los curadores acentúan el ejercicio creativo que la disciplina implica. Aportan imágenes y documentos con los que construyeron, a la par de los artistas, el relato de la exposición.
Ahora bien, recorriendo la muestra, uno se imagina a los artistas como a esos anónimos ciudadanos parados sobre un banquito (sin pisar suelo británico) que discursean en el Speakers´s Corner del populoso Hide Park londinense. Un lugar ³instituído² para la libre expresión, donde se puede decir lo que se piensa. El equivalente al banquito es la simbolización que el arte hace de la realidad y por la cuál, puede darse el gusto de opinar acerca de los hechos y las cosas de modo que en otros ámbitos, el de los medios de comunicación por ejemplo, serían objeto de encarnizadas polémicas e impugnaciones. Tal vez sea una cuestión de la verdadera dimensión pública de ciertos discursos. Como se preguntan los propios curadores en el catálogo, "las imágenes, ¿de qué modo inciden dentro y fuera de las instituciones culturales?"
Reflexión final. El arte argentino, aún cuando todavía no se llamaba así, reflejó la historia. Antes de la pintura con otras producciones como la gráfica y la ilustración, sin grandes formatos ni retóricas grandielocuentes. Con cierto tono intimista como el de las escenas de guerra del soldado Cándido López. En la actualidad, es panteón efímero el de nuestros héroes pasados o presentes que, bajados de sus caballos, corridos de sus marcos, merodean por los talleres de los artistas buscando un poco de atención. La muestra es un recorte interesante y argumentado del carácter actual de las artes que reflejan la historia.

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Hasta el 28 de mayo
Fundación OSDE- Espacio de Arte, Suipacha 658

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