Nota publicada online

miércoles 8 de junio, 2016
Opera Prima en la Casa del Bicentenario
Multiples miradas que reflejan el hacer artístico
por Pilar Altilio
Opera Prima en la Casa del Bicentenario

Raúl Flores, Mónica Millán, Liliana Piñeiro y Valeria González, seleccionaron más de cincuenta artistas de todo el país y en varias disciplinas, que ahora se exponen en La Casa del Bicentenario.

Obras de artistas de CABA, Buenos Aires, Chaco, Chubut, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Mendoza, Neuquén, Chaco, San Juan, Tucumán, Salta, Santa Cruz y Santa Fe, seleccionadas mediante un criterio de encontrar ese germen de lo recién salido, de lo poco conocido o que comienza a ocupar un espacio dentro de las artes visuales de cada contexto.

Realizadas en diversos formatos y técnicas y en los últimos cuatro años, las obras seleccionadas se abren a una heterogeneidad de lenguajes y poéticas pueblan las salas de la Casa, haciendo honor a la continuidad de los proyectos, pero a una ruptura con las muestras que se exhibieron hasta ahora en el espacio, destinadas más a repasar la historia y el patrimonio que a poner el acento en lo contemporáneo. Esto mismo fue lo que reconoció la actual directora, Valeria González, intentando acentuar en su gestión las convocatorias que, como esta, reúnan un panorama federal, además de una actualidad casi exclusiva. La diagramación del espacio expositivo contribuye a interpretar cada una de las propuestas dando aire alrededor y agrupando algunas que necesitan soportes de pantalla en determinados lugares con menos luz. Pero debe seguirse con un mapa para poder identificar título y autor, algo que hace necesario un tiempo extra de descubrimiento y que tiene una desventaja: pues en la guía no se singulariza la procedencia del artista, que para una muestra con esta diversidad de contextos de origen sería bueno aclarar.

Durante junio, se ofrecerá una variada programación que incluye recitales, grabaciones en vivo y funciones de teatro, danza y cine. Ya en la inauguración se pudo ver una de las obras que plantea un retrato en vivo, performance realizada por dos dibujantes, uno de ellos Soria Vázquez, salteño que vive en Tucumán, donde alguien del público podía confrontar los estilos de un artista visual que no es dibujante de retratos y un retratista de calle que gana con sacar el parecido de la persona que lo solicita. Performance interesante que plantea dentro y fuera del plato y que según el propio artista no intenta resolver ninguna disputa, sino sólo compararlos hasta llenar una pared entera.

Algunas piezas mantienen prácticas dibujísticas rastreables dentro de nuestra propia historia, otras hacen pie en las tradiciones pictóricas y dentro de ellas muy buenos exponentes, pensando que en algunas ciudades del interior de nuestro país, la pintura sigue siendo un bastión insuperable en calidad. La obra de Yaya Firpo de 2012 que parece cocer distintas banderas en un paño inmenso que no se sostiene con ningún marco firme, constituye un señalamiento interesante.

Los segmentos de fotos también suman interesantes proyectos, con capturas armadas especialmente o manejos del blanco y negro en el mejor rango de la tradición fotográfica de arquitectura y paisaje.

Federico Barabino y Leila Córdoba DSC_2486

Las piezas objetuales llegan a tener una presencia monumental como la de Juan Gugger en Deck IV, otras son piezas de cerámica o mármol minimalistas, distintas piezas donde la manualidad imprime una huella, que sostiene de una especie de blandura cercana al pop apuntalada por colores estridentes. Bella y basculando entre traer el pasado en los marcos y devolver el presente del que se planta delante, son los “espejos basculantes” de Sabrina Merayo Nuñez. Atractiva también y muy poética la obra de Federico Barbino “Seis suites sobre un trazo” donde el cruce es entre la notación musical y la superposición de filminas que las pone a vibrar como si estuvieran sonando realmente. La obra de Andrés Piña, en cambio, usa las tensiones y pone los elementos en situación inestable en “Transpirar es como llorar por la piel” donde aparece desde una pequeña piedra hasta sangre de animal, convertido en líquido sin más valor que su rojo intenso.

Esta exposición es fruto del trabajo conjunto realizado por la Dirección de Gestión y Programación del Ministerio de Cultura de la Nación y la Casa Nacional del Bicentenario y se valora como continuidad de proyectos luego de un recambio político. El espacio es de un enorme potencial, y todos esperamos ver reflejado aquel federalismo necesario de mapear en Buenos Aires, aunque si buceamos en las carreras de los seleccionados, hay intensos movimientos de redes y formaciones que los han traído otras veces a la capital del país.

Buenas prácticas y mucho para ver.

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