Nota publicada online

miércoles 11 de julio, 2018
Nicolás García Uriburu y la coloración del Gran Canal
Venecia en clave verde
por Pilar Altilio
Nicolás García Uriburu y la coloración del Gran Canal

Transcurridos los cincuenta años de aquel gesto que marcó su carrera en 1968, la Fundación Nicolás García Uriburu y la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes junto con Mariana Marchesi, curadora de la exposición y directora artística del MNBA, conciben este homenaje para el artista argentino fallecido en 2016.

Algo de esa adrenalina que debe haber sentido Nicolás García Uriburu para animarse a una acción con consecuencias, se percibe en el registro de la voz de su mujer por entonces, Blanca Alvarez de Toledo, quien narra la escena en el video que integra este homenaje. Aun cuando esa acción sucedía en plena agitación del 68’, aquel año donde muchas juventudes del planeta se animaban a presentar su juego en público. En este homenaje, casi íntimo por lo selecto de los años que abarca, se trata de conmemorar los cincuenta años de aquella acción, como bien lo dice el título “Venecia en calve verde”, dado el color predominante de la sustancia arrojada que, en contacto con el agua, producía una fulguración verdosa. Realizada por el artista en el marco de la XXXIV Bienal de Venecia, pero sin ninguna invitación, Coloración del Gran Canal de Venecia fue realizada completamente fuera de programa. Presentar sólo el período 1968 a 1974 con algunas serigrafías, fotos intervenidas y piezas documentales referentes a la coloración de 1968 y otras coloraciones históricas, más un grupo de pinturas realizadas en esos años, fue destacado por el director del Museo: “no se trata de reproducciones museísticas sino de piezas hechas por el propio artista que constituyen incluso parte de la donación García Uriburu al MNBA”.

Manifiesto donado por la Fundación Nicolás García Uriburu al Museo Nacional de Bellas Artes

“Es una obra germinal de lo que serán luego las performances y el conceptualismo. En el Manifiesto que escribe, García Uriburu explica que esta obra no es un objeto sino una idea, que sale al espacio público y adquiere una escala monumental. Es efímera y se sale de los marcos tradicionales del arte, busca cómo repensar la relación del arte con la vida", explicó la curadora Marchesi en rueda de prensa. Y debemos considerar la afirmación sobre el aspecto pionero de Nicolás García Uriburu (1937-2016), pues integró esa generación de nombres que hoy valorizamos como parte de un sistema muy en sintonía con lo que pasaba en el mundo. Recordemos que aquí se desmaterializaba la obra de arte desde 1963, al mismo tiempo que se debatía el rol del artista para señalar una incongruencia o crítica a lo social o se producían textos teóricos, y la mayor parte de ese activo intelectual tenía menos de treinta años.

“Nicolás García Uriburu es un referente fundamental del land art y, a la vez, un pionero de la conciencia ecológica, que formuló con el lenguaje de la acción artística”, destacó Duprat. Es interesante este acierto sobre una inquietud que lo mantuvo muchos años ocupado en el tema. De hecho, se presenta uno de sus mapas tan coloridos donde resaltan los ríos de América del Sur. Era parte de un proyecto con la posibilidad de unir los habitantes sin tomar en cuenta las fronteras que naufragó por dificultades políticas entre países. También, años más tarde, junto a la ONG Greenpace, realizó una coloración del Riachuelo para denunciar las falsas promesas en los noventa, que anunciaron que en 100 días estaría limpio.

Pero en este homenaje se hace hincapié en la recuperación de una acción fundante que también fue destacada en rueda de prensa: “Tiñendo las aguas de los canales de Venecia durante la Bienal de 1968, proponía una doble lectura en un solo gesto: al restituir su coloración denunciaba la actividad humana que trastoca la naturaleza volviéndola un artificio inútil”, es importante insistir que esa coloración duraba un breve tiempo y no presentaba ninguna toxicidad. Agregaba el director: “lo disruptivo de la acción, que se realizó en forma clandestina, sin amparo de las instituciones, ponía en cuestión el sistema de las artes, acorde al espíritu de la época”.

Artista, arquitecto, militante ecológico, su carrera tiene hitos destacables como el Prix Lefranc (París, 1968); el Primer Premio de la Bienal de Tokio (Tokio, 1975). En 1998 obtuvo el Gran Premio de Pintura Nacional y el Premio a la Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes (Buenos Aires, 2000).

Valiosa e importante para verla hasta el 30 de septiembre en el MNBA.

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