Nota publicada online

martes 25 de abril, 2017
Mariano Cornejo en Elsi del Río
Crear con "garras"
Costa Peuser, Marcela
por Marcela Costa Peuser
Mariano Cornejo en Elsi del Río

Creados en Tiupampa (Molinos – Salta) los bichos que se exhiben en la muestra “Garras” de Mariano Cornejo están preñados de energía Calchaquí. 

Cuenta la historia que una atroz sequía aquejaba a la tierra. Sin esperanza, la última flor del xantu cae inerte pero, un segundo antes de tocar la agrietada tierra, se convierte en picaflor para volar en busca de ayuda de Amaru Tupac, la serpiente sagrada y colosal divinidad  dormida en la laguna de Wacacrocha. El picaflor, conocido por los incas por esta heroica hazaña como “el mensajero”, cae muerto a sus pies. Sin embargo, el perfume que desprenden sus alas es tan fuerte que despierta a la serpiente Amaru de su letargo; esta abre sus alas y produce la lluvia; mueve su cola y produce granizo en las altas cumbres; mira a través de sus brillantes ojos y produce rayos. Finalmente, al caer sus escamas sobre la esmerilada tierra, ésta se va regenerando y nacen así las realidades y los sueños. Cumplida su misión creadora, y como tantos otros dioses, se retira a su sueño en las aguas superiores.

Este mito, bello y lleno de sutilezas, es prueba elocuente de la dominación incaica en el Valle Calchaquí donde la serpiente Amaru ha quedado grabada en la piedra del Potrero de Payogasta. Habitante del Valle, Mariano Cornejo cultiva desde siempre la pasión por la arqueología y el mundo de los símbolos. Símbolos que anidan inevitablemente en su arte y que hoy se exhibe en Elsi del Río Arte Contemporáneo.

Cuatro coloridos collages y varias piezas talladas en madera de felinos, pájaros y sapos se apropian de la sala de arte custodiados desde la puerta por el “perro viejo”. Con un lenguaje plástico inconfundible, Mariano Cornejo nos recuerda nuestras raíces cuestionando al hombre moderno que, invadido por ruidos y olores violentos, se aleja de su propia naturaleza y de su ser interior.

Ciento seis picaflores andinos, mensajeros de vida, llegaron a Elsi del Río de la mano creadora de este artista salteño, mensajero de su tierra y fiel a sus principios de artista. La poética instalación, tallada en maderas blandas, policromadas y ensambladas, es un mensaje esperanzador que nos habla de hacer realidad nuestros sueños. También aquí y a pesar de nuestra voraz realidad contemporánea.

Fernando Entín y Mariano Cornejo

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