Nota publicada online

miércoles 14 de diciembre, 2016
Fadel de Brasil y Costantini de Argentina
El Malba aporta un nuevo diálogo entre colecciones
por Pilar Altilio
Fadel de Brasil y Costantini de Argentina

Una posibilidad fecunda de comparar obras casi del mismo tiempo con matices donde la experiencia de la nueva lectura de Verboamérica juega en clave de contrapunto inmejorable con una colecta precisa de obras únicas.

Sérgio y Hecilda Fadel son un matrimonio consolidado de abogados que, por una casualidad, comenzaron a comprar obra de artistas brasileros en los años 60, como consecuencia de que un profesor de arte muy querido con quienes hablaban de arte, les sugiere salvar un grupo de obras de un artista en manos de otro coleccionista, para que no salieran del Brasil. Desde ese instante se hizo un hábito comprar hasta hoy, donde este acervo que conlleva unas tres mil piezas, distribuidas en varias propiedades fueran organizadas como colección completa, bajo la sabia mirada de Paulo Herkenhoff quien, como curador en jefe del museo MAR de Río de Janeiro, les solicita piezas a exhibir frecuentemente.

El mismo Herkenhoff en diálogo con la curadora Victoria Giraudo de Malba, han podido seleccionar un porcentaje de apenas ciento cincuenta para sustanciar un contenido que dialoga perfectamente con la relectura de la colección permanente que se exhibe apenas en el piso de abajo. Atrapan el concepto de Modernidad con sus señalamientos referidos al arte volcado a la abstracción y aledaños, donde la obra de experimentación sobre el plano y el color restringido, son variables que también se dan en una época marcada por las vanguardias europeas. Y completa con la pulsión que lleva al concepto de Antropofagia, cruzando el sentido de innovación de afuera con la deglución caníbal, en una de las más tempranas búsquedas de definición del arte hecho desde acá. “Es una posible narrativa acerca de cómo gran parte del arte brasileño se movió entre lo orgánico de su paisaje (la curva topográfica de la Bahía de Guanabara, del Río Amazonas o de la floresta) y la línea recta, fría y anónima que simboliza a la modernidad internacional y al progreso racional”, comenta la curadora. 

Es un acierto del montaje que permite un acceso muy didáctico sobre la forma en que vamos viendo dejar atrás los presupuestos de los modernos en cuanto a forma y color, con muestras de una Anita Malfatti con toda la impronta expresionista de angularidad formal y color estridente. A las primeras piezas de Tarsila do Amaral, con su colorido marcado por el azul y esas formas que van perdiendo su solidez y se traducen en suaves curvas que intercambian tensiones con el fondo. Las mulatas retratadas con la singular mirada de otro mulato de Di Cavalcanti, rotundas en su potencia femenina, cándidas en las miradas sugerentes. O esa deliciosa joya de Cándido Portinari donde el juego de pelota sobre un terreno de natural tierra roja, reúne al grupo en torno a una de las pasiones brasileñas por excelencia como es el fútbol.

Interesante ver la pared de contexto donde por medio de fotos de época, afiches o programas de arte, se percibe cómo era la sociedad que amaba ir al encuentro de lo moderno mediante el uso del oficio tanto de la pintura como de la escultura, que hay que decir lo ocupan pocas piezas dentro del recorrido, pero algunas muy contundentes de ese período, maravillosamente representado por una escultura bien art déco de Antônio Gomide.

Avanzando, la pared donde la abstracción geométrica, el concretismo y el neoconcretismo están representados por creadores como Waldemar Cordeiro, Lothar Charoux, Anatol Wladislaw, Lygia Pape, Hélio Oiticica y Lygia Clark. Son obras que una vez vistas no se olvidarán, pues articulan el trabajo individual con una maravillosa puesta en diálogo de estas piezas entre sí, que preservan el encanto que podría darnos una pared no de museo sino de living de casa. Muy íntima y disfrutable.

El paso hacia la Antropofagia está tejido de obras que comienzan a experimentar cada vez más con el plano, la forma en que se relata, el planteo formal y los documentos que respaldan esa gran puesta en marcha de una mirada propia, centrada en la historia de la apropiación colonial.  Conservan esa escena conocida por nosotros donde un recorrido se abre a conceptos donde lo político y la resistencia a las dictaduras se hace patente. Hay allí un núcleo de obras que por este mismo sentido pueden perfectamente inducir a ver las dos muestras en simultáneo, haciendo un recorrido que concentre la captación de ideas y artistas que han sostenido este nuevo sistema de ideas. Ese es un valor agregado que debería conducir a cualquier visitante a no perderse la experiencia.

Por un lado, este es un proyecto de asociación entre dos espacios públicos y emblemáticos de la región sur. Primero se presentó en Museo Nacional de Arte de México (MUNAL) y ahora en Malba de Buenos Aires, con un catálogo muy bien documentado, bilingüe, que aquí seguramente tendrá el mismo éxito de ventas que tiene el exquisito de Verboamérica. Por otro es la revelación de una colección privada que se hace frecuentemente pública por el contenido de piezas reunidas.

Victor Brecheret Dançarina, ca. 1925 Mármol 73 x 12 x 35 cm

“La mirada de este recorte curatorial se apoya fundamentalmente en el concepto de “Modernidad”, relativo a las grandes metrópolis con fuertes relaciones internacionales, y en el de “Antropofagia” entendido como modelo de apropiación y deglución caníbal de lo que viene de afuera del Brasil” comenta Giraudo. Ella misma hace mención de la estrecha colaboración de Herkenhoff en este recorte, que se completa con la segunda generación de las décadas del sesenta y setenta con nombres propios como Mira Schendel, Sérgio Camargo, Waltercio Caldas y Wanda Pimentel, entre otros, artistas que reflejan las grandes transformaciones más cercanas al pop y los procesos del conceptualismo.

De los años treinta a los setenta, esta propuesta que dialoga con la Colección MALBA, en particular con las piezas pertenecientes a la colección fundacional, lo hace sostener a Eduardo Costantini que: “teniendo en cuenta el perfil latinoamericano de la colección MALBA y que Brasil es el segundo país mejor representado, nos interesa fomentar la articulación y el diálogo entre las dos colecciones. Las obras de Fadel enriquecerán la visión que tenemos del Brasil y las de MALBA en arte latinoamericano servirán de contexto regional” y agrega que “hace muchos años que en Argentina no se realiza una exposición exhaustiva sobre el arte moderno de Brasil” lo que hace que celebremos su inclusión en el calendario de 2016.

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