Nota publicada online

miércoles 11 de octubre, 2017
Elba Bairon en el MAMBA
Sin Título
por Pilar Altilio
Elba Bairon en el MAMBA

En la apertura a la prensa, se revelaron dos emociones muy diversas, la de la institución que estaba feliz con la muestra Sin Título de esta gran artista, con las de ella misma advirtiendo que el espacio enorme de la sala fue su gran desafío

Elba Bairon ha demostrado ser una artista que se supera con sus piezas un contraste entre belleza y singularidad. Instalada en Buenos Aires desde hace cuatro décadas, esta artista nacida en La Paz pero afincada definitivamente a nuestro entorno, sondea en sus piezas inmaculadas las formas orgánicas, pero llevando esa blancura y su apropiada calidad de superficie, a hacernos convivir con una especie de evocación, una presencia. Sin embargo, en su evolución fue encontrando la forma de otro modo, desprendiendo del plano primero relieves, molduras y ornamentos, hasta separar completamente la forma y llegar a sus piezas exentas, que sugieren figuras humanas y animales apenas esbozadas, en una escala menor de tamaño.

En la presentación a la prensa de esta gran puesta, que quedó inaugurada en el segundo subsuelo del MAMBA, donde hasta hace muy poco todo estaba oscurecido para la instalación de Saraceno y su captación del polvo cósmico, Elba contó que se sintió angustiada por el tamaño apenas la vio. Y que rechazó la idea de hacer una retrospectiva porque sentía el otro desafío, el de ocupar la sala como más potente. Prestó atención a una pasión recurrente y poco conocida, la de dibujar casas, como arquitecturas con una escala modificada que sugieren espacios clausurados como hábitat pero que mantienen una presencia tan poderosa como cualquiera de sus formas curvas. Hubo una maqueta de esta misma pieza que ahora ocupa el centro de la sala, que fue presentada como tal en su muestra del Malba de hace unos años. Un esquema con varias vistas, llevando al espacio uno de esos dibujos, que seguía siendo atractivo para la artista. Se pensó en encontrar la escala y el resultado es esta tensión, de una belleza marcada por esa especie de lejanía que induce el blanco intenso de todas las piezas. El contraste entre esa multitud de líneas rectas y planos lisos, juega a contraponerse con dos figuras, una con las mismas características de volumen que le conocíamos, la otra con un corte plano, como si fuera una forma exenta sólo para ser mirada de un lado.

Sin título, la actual muestra de Bairon en MAMBA, tiene un encanto especial por la forma en que juegan estos tres puntos focales en el espacio, por la maravillosa iluminación que refuerza la idea de cierto intercambio entre las piezas, y porque apenas se camina por el recinto de la sala, es como meterse en una evocación onírica, un señalamiento de algo potente que sólo puede ser recorrido en silencio.

La curadora, Sofía Dourron, destaca la extrema simplicidad de las formas, la escala no completamente humana de la construcción, que parece una casa reducida a su forma más esencial. El plan, bien controlado por la propia artista junto con sus ayudantes y el equipo del propio museo, ha conseguido que esta gran sala nos traslade a un plano de introspección. Como sostiene la curadora: “el blanco de las superficies, la levedad de la figuración, la simplicidad de las líneas e incluso la ausencia de títulos hacen que estas piezas se resistan a ser nombradas; llaman al silencio. La artista apela a nuestra capacidad de ver, oír y sentir, y de esta manera, recupera una experiencia de aquello que no se puede nombrar, que no narra el mundo, sino que lo devela”. Esa experiencia de develamiento tiene para cada espectador una nota personal, pues la configuración del espacio, el trazado diagonal de las dos pequeñas piezas, se magnifica con los toques de luz que juegan lujosamente tanto con lo curvo como con lo plano."

Advierte Dourron también sobre la capacidad de Bairon de cambiarnos de temporalidad, aquí donde todo parece estar detenido “congelado en el instante preciso en el que alcanzan un equilibrio perfecto entre tensión y serenidad”.

La muestra se propone como un diálogo con otros dos artistas con los cuales Elba tuvo relación, las exposiciones dedicadas a Liliana Maresca y Sergio Avello actualmente dentro de otras salas del museo. Como sugiere la gacetilla “se ponen en discusión las problemáticas vinculadas a las escenas artísticas de los años ochenta y noventa y el contexto cultural y político del cual formaron parte. Bairon compartió la escena artística de Buenos Aires tanto con Avello como con Maresca, cruzando sus caminos en muestras, proyectos conjuntos y amistades.” Un esfuerzo constante que viene sosteniendo el MAMBA para narrar las historias recientes seleccionando sus mejores exponentes.

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