Nota publicada online

martes 14 de mayo, 2013
Adriana Varejão en el MALBA
por Julio Sánchez
Adriana Varejão en el MALBA

La estética que grita debajo de la colonización de Brasil, es la exposición temporaria que se presenta en MALBA hasta el 10 de junio.

El poeta Oswald de Andrade decía que la cultura brasileña sería capaz de devorar, digerir y transformar todas las influencias externas y de crear con ellas su propio significado y su propia visión; estas fueron las bases del Manifiesto Antropófago publicado en 1928, la piedra fundamental del modernismo en Brasil. Esta facultad de tomar elementos de diferentes procedencias, mezclarlos y reinventar algo nuevo es la que persiste en la obra de Adriana Varejão. El Malba-Fundación Costantini abre su temporada 2013 con una completísima muestra de esta artista,  que lleva por nombre Historias en los márgenes. Es un esfuerzo conjunto que incluye al Museo de Arte Moderno de San Pablo y al Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, además de importantes galerías de arte del vecino país y de los Estados Unidos. Varejão es bien conocida en los circuitos internacionales y tiene un lugar destacado entre los de su generación. En el Malba se pueden ver unas cuarenta obras –muy bien elegidas por el curador Adriano Pedrosa- que datan desde los años noventa y fueron ordenadas cronológicamente. El panorama  incluye las series Terra incógnita [Tierra incógnita], Proposta para uma catequese [Propuesta para una catequesis], Acadêmicos [Académicos], Irezumis,Línguas e Incisões [Lenguas e incisiones], Ruínas de charque [Ruinas de charqui], Mares e Azulejos [Mares y Azulejos], Saunas, y Pratos [Platos]. Como suele suceder en el arte de los últimos años el artista recurre a todos los soportes que tiene a su disposición sea pintura, objeto, dibujo o instalación (incluyendo camillas, agujas de acupuntura y platos apilados) todo ello para platear reflexiones en torno a la identidad cultural en un país tan complejo como Brasil. Varejão se muestra como una antropóloga cultural, hace arqueología de los diferentes estratos étnicos que cimentaron la identidad de su país, por eso confluyen en su obra fuentes tan dispares como tatuajes japoneses, azulejos portugueses o retratos académicos. Si hay un término que se puede aplicar a la pintura de Varejão es “camuflaje”, el óleo y otros medios le permiten aparentar documentos antiguos, grabados de viajeros, planisferios y el omnipresente azulejo. La primera obra que inicia el recorrido, Cuadro Herido, anuncia el tono de la muestra, en la mayor parte de su producción hay tajos e incisiones (con una obligada referencia al ítalo argentino Lucio Fontana) de los que emanan sangre y  vísceras. El cuadro se transforma en fragmento de cuerpo humano y a la vez el cuadro mismo representa cuerpos mutilados, tal como los había registrado el grabador Theodor de Bry en el siglo XVI, en esos festines antropófagos que practicaban los habitantes del recién descubierto continente americano. Una cosa lleva a la otra, el cuerpo herido a la medicina (en rigor a la historia de la medicina), a la sutura y hasta al ocultamiento. Al final del recorrido se pueden ver enormes obras  que representan espacios de perspectivas imposibles, con azulejos neutros y sin referencias históricas. El espectador que llegó a este punto ha visto tanta sangre oculta en la obra anterior que empieza a sospechar que detrás de esta neutralidad se esconde otra catástrofe. 
... 

Notas más leídas