Notas Artistas

CRÍTICA

PINTAR LA EXISTENCIA
La obra de Zoraida Villegas se sustenta en diferentes estilos de la historia del arte y, sin embargo, transmite un clima personal que la identifica. La materia fluida y superpuesta, las manchas y la casi monocromí­a de sus cuadros la posicionan en un marco de abstracción lí­rica por momentos cercana al informalismo. En sus paisajes como "Sequí­a" y en "Buscando el Mar" hay una simpleza minimalista de recursos, en una única variedad tonal que casi se abstrae de la narración literal. La artista camina por la delgada lí­nea en que la mancha deja lugar a la representación por la ubicación de un horizonte con una red de ping pong, o por la insinuación de las olas en superposiciones de vendas teñidas con un mí­nimo cambio cromático.
Se pinta para ser libre, decí­a Duchamp, y ese es el sentido de la pintura de Villegas, clamar una existencia libre de convenciones en el espacio de un cuadro y en la dimensión temporal de una vida.
Con esa libetad, la artista pasa sin pudor de la pintura al collage y de éste a la instalación, como en la aparente ingenuidad de sus "Buscadores de agua". El disparador de la muestra, su gatillo conceptual es la ausencia. Falta de agua ("Sequí­a"), falta de gente ("Desde la playa") , falta de barcos en su "Puerto vací­o" y su opuesto en la búsqueda constante de sentido. La falta de espacio y la búsqueda de un lugar en el mundo como "Nuestros espacios" se complementa con la vida, que es el acto mismo de pintar como una afirmación contundente de la trascendencia. Hay un tono contemplativo, nostálgico de pensar en "La primera búsqueda" y en esa llegada o "La meta" del hacia donde que coloca a su pintura en el lugar de la reflexión filosófica. Las búsquedas de la artista son un derrotero que avanza y no se detiene con la actitud del peregrinaje en la manera de profundizar los temas centrales del trascurrir cotidiano y trasmutarlos en una presencia visual. En todo su trabajo se advierte una estructura geométrica que construye la imagen, como en "Desde el mar". Hay una quietud en ese tramado racionalista de la casa en la playa que deja vibrar la intensidad metafí­sica del vací­o invernal. Los árboles en un fondo celeste y amarillo, aparecen muy firmes y plantados en sus "Raices", con la levedad de una pincelada casi oriental. Zoraida Villegas pinta con el ojo que piensa de manera pausada, sin estridencia, pero con als intensidad de la plegaria repetida una y otra vez, como el rayo que no cesa, con la belleza agónica del atardecer que la artista atrapa y nos brinda, generosamente, en la vida de esta muestra.
Laura Batkins

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Zoraida Villegas nos invita a conocer en esta exposición, un interior y una intimidad que por ser suyos son únicos e irrepetibles.
Esas estructuras de antiguas embarcaciones, que perforan la tela, los mástiles,sogas y nudos,son sí­mbolos que nos conducen a un mundo de afán y de conquista. ¿Hacia dómde?...la sugerencia en algunos casos , se agudiza con un mensaje mí­stico: los pies del Salvador...
La respuesta debe ser nuestra, de los que participamos de este recorrido visual, donde todo encaja con un principio de riguroso órden. Observamos un eximio ajuste de variaciones texturales, resueltas con gran maestrí­a, la paleta, principalmente de complementarios, es casi siempre poco saturada, de esa manera domina una ámplia serie de grises con gran ajuste tonal. La lí­nea se contituye como partenaire ineludible del fuerte sostén compositivo; llegando con ella a impredecibles sutilezas, todos estos elementos nos guí­an al océano de la fantasí­a, allí­, donde permanecer, nos enaltece como elegidos del paraí­so.
Clelia Speroni 1999