Siempre es comprometido utilizar palabras para referirse a una obra que no está hecha con palabras ya que esto implica la imposibilidad de aprehender, su í­ntima esencia, que siempre se nos hará esquiva. Sin embargo esto no nos impide rescatar aquellos sentimientos que despiertan en nosotros los trabajos de Alicia Valdivia, su actitud ante el cuadro, sus recursos pictóricos.

Ella es una creadora de climas, cuya sutileza trasciende el hecho fí­sico de pintar, va más allá a través de una construcción que es capaz de articular de manera sensible los espacios, de aunar a ellos un color siempre sugerente, armónico, nunca por medio del efecto que busca la estridencia superficial.

Así­ su técnica es la necesaria y suficiente, la que le permite establecer e instalar esas vislumbres que, en sus obras, nos remiten al insondable misterio que significa el arte.

Sus resultados son siempre consecuencia de una tentativa de explorar caminos cuya meta desconoce y, en esta aventura de los sentidos y la razón, acceder al descubrimiento de esa realidad autónoma que es el cuadro.

Nos es dado, de esta forma, la posibilidad de situarnos en un espacio del sentimiento que nos comprende y nos comunica.