Notas Artistas

Pintura de la historia
por Alberto Sánchez Maratta

La historia es, en estas tierras, de signo precario.

Quiero decir, sin una historia del todo consolidada (del arte, política, social) no cabe esperar una pintura absoluta, terminada de construir.
Humberto, quien en ciertas formas ha vivido esta precariedad, habrá de arreglárselas para su obra con recursos o bien manieristas o bien neo barrocos, pero jamás respetará un clasicismo cuya añoranza ha sido –y es- el modo de vida de algunos.
Contra esa ausencia, usándola de fondo, habrá que mirar las obras de Humberto. Son obras en expansión permanente, huyen de un orden de la re-iteración, buscan acaso una especie de caos en el que se pueda respirar.
Pintura que sabe del pasado irrecuperable, deja en su superficie huellas que son deshechos de ese tiempo extraviado.
En alguna otra oportunidad me he referido a la importancia del concepto de superficie en la obra de Humberto, pero hay que entender que esas superficies muestran rastros de una profundidad que está más allá, profundidad en la que algo ya se ha hundido y que ha dejado su señal en el plano o en el espacio manejados por el artista.
Pequeño problema de estos trabajos: el exceso de la mancha frente a la economía del formato. Por eso y no por otras razones se les atribuye acá rasgos manieristas o neo barrocos.
Diminuto espejismos en estas obras: se logra volver inestable a la pintura, el dibujo o la escultura, cuyo soporte histórico han sido inmóviles.
Logro sin adjetivaciones: Humberto ha pintado sobre un vacío, y no importando nada esa condición existencial, él puede decir: “He pintado en el mundo”.

San Juan, invierno de 2008.