Notas Artistas

Crítica
por María Elena Babino

Como soportes mnemotécnicos, no podemos eludir las reminiscencias de una tradición que recorre el largo trayecto de nuestra cultura occidental y que ancla sus raí­ces en el origen mismo del canto épico. "Canta, oh musa, la cólera del Pélida Aquiles..." reza el verso con que Homero, en su Ilí­ada, inaugura la vasta tradición de la creación poética de Occidente. El aedo sabí­a entonces, en aquella aparente lejaní­a de la Grecia pre-clásica, que sólo la hija de Zeus y Mnemosyne, la Musa, podí­a iluminar la capacidad de recordación y dar origen a la imagen poética del mundo. Así­, el pensamiento simbólico del mito abre las puertas a la comprensión de la capacidad operativa que tiene la memoria para el hombre. Olga Autunno, en esta serie, se inscribe en la tradición misma de este pensamiento simbólico. La memoria es, pues, aquella capacidad de hacer presente lo ausente.
De instalar el pasado en el presente, muchas veces bajo la forma de un lenguaje cifrado y misterioso, tal el que aparece en las obras que la artista configura. La dí½namis de la memoria, esta fuerza operativa que actúa en la artista, permite la articulación del tiempo en una suerte de ciclicidad donde pasado, presente y futuro se eslabonan en constante reiteración.
Por otra parte, no podemos eludir aquí­ el sentido que adquiere una reflexión sobre la memoria, toda vez que nuestra sociedad está atravesada por el doloroso peregrinaje que supone bucear en nuestro reciente pasado. Frente a ese horizonte desolador "nos queda la memoria como último recurso", expresa el teatrista argentino César Brie, al recrear la Ilí­ada en el contexto de la dictadura argentina, cuando apela a la memoria como baluarte de un nuevo humanismo.
Ante el olvido, que implica la muerte definitiva, los grabados de Autunno nos alertan sobre el valor de la memoria como garante de una actitud vitalista, dado que en sus obras reviven las huellas intangibles del pasado. Ante la tensión vida/muerte, ante la dialéctica memoria/olvido, evoco las palabras que Cesare Pavese, en sus Dialoghi con Leucò, puso en boca de la maga Circe, cuando, al recordar las enseñanzas de Odiseo, dijo a Leucò "el hombre mortal sólo tiene esto de inmortal: el recuerdo que lleva y el recuerdo que deja".