Humberto Rivas
Lo obvio y lo obtuso
31/07/2015 - 16/10/2015

Rolf Art
Posadas 1583, Buenos Aires

Humberto Rivas

La muestra, de entrada libre y gratuita, podrá visitarse hasta el viernes 16 de octubre.

Siguiendo los lineamientos conceptuales del clásico ensayo de Roland Barthes a propósito del análisis semiótico y los distintos niveles de sentido de la imagen fotográfica, es la intención de la exposición indagar en el carácter obvio y sobre todo, el carácter obtuso del cuerpo de obra de Humberto Rivas dando cuenta, a través de sus imágenes, de aquello que no puede describirse con palabras, aquello intangible pero perceptible en la atmósfera que nos entregan sus paisajes interiores y exteriores de la década del setenta y ochenta.

LO OBVIO Y LO OBTUSO | HUMBERTO RIVAS
Entender la fotografía como el rastro dejado por las huellas de luz sobre el papel (William Fox Talbot), sentir la toma fotográfica como un modo de restar una película de piel al retratado (Honoré de Balzac), o describir su mundo como un reino de las sombras (Máximo Gorki), son algunas de las metáforas que mejor ayudan a explicar la aparición de la imagen fotográfica sobre el papel, frente a su búsqueda y definición desde la pintura, añadiendo –y con frecuencia restando– materia. Con el nacimiento de la fotografía se reivindica lo leve, lo delgado, la epidermis como zona de debate y diferencia: una mínima capa en la que se inscriben, se imprimen los detalles a modo de huella, de sombra, de vida tatuada, de experiencia personal.
No es otro el campo de trabajo de Humberto Rivas: fotógrafo de ojo inquieto, acostumbrado a viajar con sus preguntas convertidas en una forma de mirar, con una calma sólo aparente, en actitud siempre receptiva y empeñado en visitar el otro lado de la realidad, esas realidades cotidianas que la nutren y están tan próximas que muchos parecen empeñarse en no percibirlas.
En Humberto Rivas, todo lo que aparece en la imagen estaba en el momento de la toma, y las huellas de luz son huellas de tiempo: retrata paisajes sin figuras y figuras sin paisaje añadido, desnudas de artificio, sin otro apoyo que el efecto del tiempo sobre sus epidermis. Con este modo de trabajar, Humberto Rivas consigue referirse a la historia cotidiana y vivida, a la que deja rastros visibles en cada rostro, en cada paisaje. Alude al tiempo pasado de un modo neutro: mostrando desnudos los surcos en la piel, las texturas de una pared, las huellas de un relato que nos invita a completar.
Humberto Rivas crea escenarios que podemos habitar. Sus fotografías son pequeñas (e intensas) síntesis de guiones cinematográficos. No son imágenes narrativas cerradas, pero despiertan el interés por la narración y ofrecen múltiples detalles a quien realmente quiere encontrarlos. Humberto Rivas es paciente, riguroso, muy autocrítico y un poco obsesivo en sus búsquedas. Pasea, mira, observa y se detiene ante las pruebas que el tiempo y la historia dejan sobre un rostro o en un paisaje: busca huellas, no bruscas heridas. En los retratos, un gesto o el paso del tiempo, la vida vivida; cuando se fija en un edificio en ruinas, éstas no son recientes, están integradas en un paisaje que ayudan a definir, son paisaje anónimo y muestran una extraña síntesis de lo ocurrido desde su grandeza hasta su inevitable –y tal vez lejana– desaparición. Si lo retratado es una habitación aparentemente vacía, mediante la composición y los juegos de luz y sombra consigue llevar nuestra atención hacia un detalle –un objeto abandonado o un fragmento– desde el que imaginar una historia; si el motivo es un rincón o una pared, la fuerza de la imagen gira en torno a las texturas. Un rostro se vuelve, otro nos mira de frente y su actitud es similar a la de un edificio aislado, sobrio y elegante incluso en su abandono. Nada está retocado o maquillado, y la clave es el respeto a unas mínimas reglas técnicas, aparte de trabajar sin prisas y disponer de un ojo preciso, capaz de desvelar lo más oculto y conseguir que el sistema parezca sencillo.
Humberto Rivas trabaja desde la fotografía, desde sus reglas y lenguaje, pero con absoluta libertad. Se reivindica como fotógrafo a secas (“solamente fotógrafos” era el encabezamiento de una célebre conversación suya con Bernard Plossu). En pleno auge de una fotografía digital con mucha información y detalle, sigue fiel a una práctica más cercana al misterio, pero sin ánimo de resistencia. Su estética es precisa, casi minimalista: luz y enfoque. Su visión, perfectamente central. Utiliza papel baritado y situaciones límite, con cielos casi blancos y sombras casi negras; y en esos casi, mil matices, mil sorpresas: el misterio.
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Para fotografiar los paisajes, escoge horas límite, horas de quietud aparente, de tiempo detenido, en las que son posibles las transformaciones, las apariciones. Julio Verne relató y Eric Rohmer tradujo a imágenes un fenómeno óptico (cuando el sol desaparece en el horizonte plano del mar, de sus últimos rayos sólo percibimos los colores verde y amarillo) entrelazado con una leyenda (si dos personas ven el rayo verde al mismo tiempo, se enamoran). Humberto Rivas se mueve en ese ánimo: pasea, vive, conversa siempre, piensa en voz alta o en silencio, dicen que anota referencias de posibles temas en libretas diminutas, y en esas horas en las que el día se resiste a cambiar, realiza sus tomas, buscando la densidad, saturar los tonos sin cerrarlos. Si la fotografía es película de piel, la suya crece por capas: como los árboles, como la naturaleza. Entramos en sus fotografías densas, casi negras, como en una cueva, y es necesario aclimatar el ojo, la mirada, para distinguir entre los matices, para encontrar el sentido, para ver lo que allí ocurre. Hechas de tiempo, son fotografías cuyo disfrute lo requiere, junto a notorias dosis de curiosidad y cierta desconfianza ante la apariencia cerrada de lo que se ve.
Hay fotógrafos que saben resolver esas imágenes ante las que todos nos sentimos autores, pues parten de visiones que identificamos como propias. Humberto Rivas consigue crear misterio sobre algo próximo, cercano, y lo hace sin añadirle retórica ni artificio, desde el lengua- je desnudo de la fotografía: realiza largas tomas, a veces une dos en un único negativo para conseguir más información, y el sistema le da un aire más irreal a la imagen, le añade misterio.
Miguel Fernández-Cid
(extracto de texto del catálogo Iluminar, año 2008)